Un fanfic sobre Robert Pattinson y Bobby Long

martes, 2 de febrero de 2010

Siete <-> Sin largas despedidas



¡Siento haber tardado! Pero son épocas de exámenes, y aunque tenía muchísimas ganas de terminarlo, lo primero es lo primero ;) Espero que os guste.




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Banda Sonora : The Pierces - Boy in a Rock and Roll Band



Una semana.


Siete días.


168 horas.


10.080 minutos.


Ese era el tiempo que nos quedaba a Bobby a mí juntos antes de que él saliera de gira. Iba a estar seis semanas fuera, aunque él prefería decir “mes y medio“. Decía que así se le hacía más corto. Pero yo sabía que iban a ser las seis semanas más largas de mi vida. Y además, no iba a estar en mi cumpleaños. Me había dicho que los chicos me llamarían para salir a tomar algo, pero no era lo mismo. Y a eso había que sumarle el detalle de que no quería ver a Robert. Desde el “incidente“ en su fiesta, sentía hacia él de todo menos simpatía. Y parecía que el sentimiento era mutuo.


Los días previos a mi gran fiesta “sorpresa“ de cumpleaños me los pasé disimulando lo mejor que pude. Era difícil, teniendo en cuenta que trabajaba con el mayor cotilla del Reino Unido, y que además, el disimulo no era la mejor de sus habilidades. Pero yo me sabía hacer la tonta muy bien. Stella se pasó un par de días a recoger unas “cajas misteriosas“ cuyo contenido tenía que hacer que ignoraba; refrescos y alcohol. Mucho alcohol. De hecho, el día que las descubrí en el almacén, tapadas con una enorme bandera del Chelsea con una nota encima que ponía “Stella“, me asusté al ver la cantidad de botellas de whisky, vodka y diversos licores que había dentro. En la otra, aparte de refrescos, había cervezas. No podía pensar como eran capaces de mezclar tanto y no sufrir problemas de hígado. Supuse que iría en las venas inglesas, el aguantar el alcohol sin padecer algo más que una simple resaca.


Y no solo tenía que aparentar no saber nada en el pub con Jamie. Con todos los demás, pero sobre todo, con Bobby. Y no solo porque no quería arruinar su fiesta sorpresa, con la que al parecer, llevaba casi desde que comenzamos a salir, organizándola; también quería evitar cualquier tipo de “romanticismo previo a una despedida“. No podría soportarlo. Al día siguiente de la fiesta de Rob, después de nuestra pequeña primera bronca, no quería dormir con él. Vino a buscarme al pub, como siempre, pero no podía estar con él. Todavía me sentía un poco engañada, y bastante humillada por el señorito Pattinson.


-“Hola, baby. ¿Nos vamos?“ - me preguntó nada más llegar al pub. Yo estaba limpiando las mesas con una bayeta que olía a rayos, y la mezcla de su colonia hizo que me tambaleara un poco. Dejé la bayeta sobre la mesa de mala gana y suspiré profundamente. Esto me dolía. Me dolía estar lejos de él, pero al mismo tiempo, necesitaba “castigarlo“ de alguna manera; el hecho de no haberme contado lo de su gira, me había dejado herida.


-“Bobby… hoy prefiero dormir en mi casa.“ - le contesté secamente. Tuve que tomarme unos largos segundos para poder formar la frase correcta en inglés. No quería mirarlo a la cara. Sabía que su expresión de confusión y tristeza me partiría en dos; iba a ser la primera vez que dormiríamos separados.


-“Puedo…. puedo dormir allí.“ - me dijo frunciendo el ceño. No me lo estaba preguntando. Dio un paso hacia adelante, poniendo sus grandes manos en mis caderas. Pude notar su calor a través de la ropa, quemándome la piel. Sabía como desarmarme.


-“No creo que sea buena idea.“ - sus manos pararon de acariciar mi cintura en cuanto me sentencié. Seguía sin poder mirarlo a los ojos, porque sabía que me derretiría.


-“No entiendo nada. No entiendo que está pasando hoy; no me coges el móvil, no quieres dormir conmigo. Ni siquiera me has dado un beso en cuanto he llegado.“ - dejó de hablar para coger aire y soltarlo lentamente. Sus manos seguían inmóviles en mi cintura, y yo solo tenía ganas de agarrarme a su cuello y salir de allí. Pero por alguna extraña razón, hoy quería estar sola. Levanté un poco la cabeza y miré hacia la barra. Jamie estaba mirando, por supuesto, y en cuanto clavé los ojos en él, se dio media vuelta, bajando las escaleras del almacén, no sin antes parar la música. Gracias, Jamie. Te debo otra.


-“Lo se, pero hoy quiero estar sola.“


-“¿Por qué? ¿Tiene que ver con lo de ayer?“


-“Posiblemente.“ - le respondí, mirándolo por primera vez a los ojos. Sus ojos azules ahora eran grises y me miraban como si estuviera clavándole un puñal en el pecho.


-“Ya te he pedido perdón. No puedes ser tan rencorosa, Lo.“ - puso mi cara entre sus manos, acariciando la punta de mi nariz con su pulgar. Siempre que me llamaba Lo, con su acento inglés tan marcado, hacía que mi estómago brincara de alegría. No había sonido más bonito en todo el mundo. Escuché como Jamie movía cajas y tiraba botellas al contenedor del almacén, solo para decirme que no estaba escuchando.


-“No es rencor. Pero… no quiero largas despedidas, ¿sabes? No quiero que nos pasemos toda esta semana despidiéndonos, diciéndonos cuantos nos vamos a echar de menos, o las veces que nos vamos a llamar al día.“


-“No tiene porqué ser así.“ - respondió Bobby con un ápice de tristeza en su voz. Soltó las manos de mi cara y dio una pequeña vuelta sobre si mismo mientras se frotaba la cara, el signo más externo de que se estaba empezando a enfadar. -“Y no puede ser esta noche.“


-“¿Cómo que esta noche?“ - le pregunté sobresaltada. Fruncí el ceño mientras Bobby volvía hacia mí, con las manos en los bolsillos de sus vaqueros viejos. Se detuvo a unos cuantos centímetros de mí, mientras esbozaba una sonrisa triste, mirándome fijamente a los ojos.


-“Tenía algo preparado. Algo muy especial.“


-“¿Ves? Eso es el principio de lo que yo llamo una larga despedida, y es por eso-“ - la mano de Bobby cubrió mi boca, impidiendo que terminara mi frase. Aspiré todo el aroma que desprendía; al jabón de su casa, a su colonia, y a la cera que empleaba para sacarle brillo a su guitarra.


-“Lola, no me jodas. No voy a llevarte a cenar, ni voy a darte un ramo de rosas. No tiene nada que ver con tu próximo cumpleaños. Y tampoco voy a pedirte matrimonio.“ - terminó la frase con una sonrisa, mientras quitaba la mano de mi boca lentamente. Lo miré a los ojos, con la boca casi abierta hasta el suelo, mientras él estaba al borde de la risa. El sonido de botellas de cristal aterrizando dentro del contenedor de Jamie me sacó de mi trance.


-“Mmmmm….“ - murmuré, intentando decir algo coherente mientras me daba por vencida. -“Está bien. Vale. De acuerdo. Pero, ¿puedo hacerte una petición?“


-“Solo una“


-“Nada de romanticismo. No lo podría soportar y en cuestión de segundos sería un cadáver sobre el suelo de tu salón.“


Bobby arqueó una ceja, mientras me miraba sonriendo.


-“Lo siento, pero no puedo prometerte eso.“


-“¡Oh! Pero has dicho que no iba a haber cena, ni flores...“


-“Y no habrá nada de eso. Pero, llegado el momento, puede que lo que voy a hacer te parezca romántico. Y como no quiero que te enfades conmigo…. Espera aquí un momento.“


Bobby fue directo detrás de la barra, rebuscó por encima de las neveras y volvió con un trozo de papel y un bolígrafo. Separó una sillas, y se sentó, apoyándose sobre la mesa mientras escribía algo. Unos minutos después, se levantó y me entregó el papel.


-“¡Qué! ¿Una cláusula?“ - le pregunté después de leer el pequeño párrafo. Bobby estaba sonriendo, incapaz de ocultar que se estaba pariendo el culo con todo esto.


-“Léela. En voz alta.“


-“Yo, Lola Casal, prometo no enfadarme con el señor Robert Thomas Long cuando descubra lo que me tiene preparado. A cambio, seré recompensada con mucho amor y sesiones de sexo antes y después de su gira europea. Esta cláusula tiene una duración de siete días, en los cuales, no podré poner mala cara ni iniciar broncas o peleas estúpidas con el señor Long. Firman los interesados…“


-“Tienes que firmar al lado de la mía.“ - dijo Bobby con voz seria, como si fuese un importante abogado. Me ofreció el bolígrafo, y sin dejar de mirarlo con el ceño un poco fruncido, me apoyé en la mesa y firmé. Le entregué el papel y doblándolo con cuidado, se lo metió en el bolsillo trasero de su pantalón. -“¿Por qué me miras así?“


-“¿Robert Thomas?“ - le pregunté aguantándome la risa. Era una gilipollez, pero todavía no me acostumbraba a que los ingleses tuvieran dos nombres. Y además, era la primera vez que escuchaba o leía su nombre completo. Se encogió de hombros. -“Está bien. Ya tienes tu… papelucho firmado. Voy a despedirme de Jamie y nos vamos.“





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Salimos del pub y cuando iba a girar la esquina de la calle en dirección a su piso, me agarró suavemente por el brazo, haciendo que me detuviera.


-“No vamos a mi piso.“ - me dijo casi susurrando al oído. La vibración de su voz grave contra mi oreja hizo que me recorriera el cuerpo un escalofrío. Me quedé parada mientras observaba como se iba aproximando sospechosamente a un coche negro aparcado. Di un paso hacia adelante, incapaz de andar, y notando como el corazón se me ponía en la garganta en cuanto vi que sacaba una llave del bolsillo y abría la puerta del copiloto.


No puede ser… Eso no será… mi regalo de cumpleaños, ¿no?


Me aproximé casi sin aire a Bobby, sin poder dejar de mirarlo, extrañada. Muy lentamente levanté la mano y señalé el coche con el dedo índice, rogándole en silencio una explicación. Bobby no tenía coche. Y hasta donde yo sabia, tampoco tenía el carnet. O me estaba tomando el pelo, o a mi me iba a dar un colapso cerebral.


-“Sube.“ - me ordenó en cuanto se dio cuenta de mi estupor. Casi sin dejar de señalar el coche, me metí dentro, y Bobby cerró la puerta, sonriendo triunfalmente. Los hombres siempre sonríen triunfantes en cuanto tienen a la chica metida en el coche. Rodeó el coche y abrió su puerta, mientras yo seguía estupefacta.


-“¡Bobby, Bobby, Bobby! ¡Espera un momento!“ - le grité en cuanto vi que metía su llave en el contacto y se ponía el cinturón. Paro en seco y me miró. -“¿Qué estás haciendo? ¿De quién es este coche? Y ¿por qué estás a punto de arrancarlo?“


-“Lo primero, respira profundamente.“ - me dijo entre risas, quitándose otra vez el cinturón y rodeándome con sus brazos. -“Lo segundo; este coche es mío. Me lo compré hace un mes, y hoy por fin me lo han dado. Y tercero; estoy a punto de arrancarlo porque nos vamos fuera de Londres.“


Antes de que pudiera articular palabra, Bobby arrancó y condujo en dirección a la M25, la autopista que rodea Londres y que se comunica con el resto de las redes del país. En cuanto estuvimos dentro, Bobby aumentó la velocidad, acelerándome a mí también; verlo conducir era lo más sexy que había visto nunca. La manera en que agarraba el cambio de marchas, y lo sacudía ligeramente antes de cambiar. La manera que tenía de agarrar el volante con su mano derecha, acariciando suavemente el cuero. Su cara de concentración, sin quitar la vista de la carretera mientras canturreaba las canciones que sonaban en la radio. De vez en cuando ponía su mano sobre mi rodilla, y lo miraba para ver como sonreía pícaramente. La ventanilla medio abierta dejaba entrar la brisa, y revolvía su pelo, dándole un aspecto salvaje.


No voy a poder aguantar más.


Casi una hora después, sobre la medianoche, llegamos a un pueblo al lado del mar. No tenía ni idea de donde estábamos, y por mucho que preguntaba, Bobby no me decía nada. Aparcó el coche junto a un camino, salió del coche y abrió mi puerta, dándome su mano para salir. Seguía sin poder quitarse esa sonrisa de la cara y yo estaba ya muy mosqueada. No me gustaban las sorpresas, y mucho menos, si implicaban un bosque, un pueblo fantasma y un camino sin iluminación en mitad de la noche.


-“Bobby, te quiero mucho, pero me estás dando miedo.“ - le dije una vez que agarró mi mano y comenzamos a andar hacia el camino siniestro. Los árboles se mecían, y el viento entre sus ramas sonaba terrorífico.


-“Cierra los ojos.“ - me dijo. Me paré en seco y Bobby se puso detrás mía, tapando mis ojos con su mano y guiando mis pasos a través del camino. Podía escuchar su respiración en mi oreja y el triscar de las hojas secas bajo mis pies.


-“Al menos dime desde cuando tienes carnet de conducir.“ - le pregunté mientras caminábamos.


-Lo, cierra el pico por un momento. Ya estamos llegando.“


Ahora ya no sentía hojas secas mientras pisaba, si no gravilla. Bobby se detuvo, haciéndome parar a mí también y noté como revolvía su mano dentro del bolsillo de su pantalón. Escuché el tintineo de unas llaves y mi corazón se aceleró ante la idea que se me acababa de pasar por la cabeza. Bobby volvió a agarrar mi cintura y me guió unos pasos más hacia adelante.


-“Ya está. Abre los ojos.“


Apartó su mano de m cara, y después de pestañear repetidas veces, miré al frente. No podía creérmelo. Tenía ante mi una preciosa casa típica inglesa. Una cottage de estilo tudor. A su alrededor, un precioso jardín, con flores y matojos de plantas la decoraban, con una hilera de pequeños farolillos que iluminaban el camino en el que estábamos de pie. Me quedé casi sin habla, sin poder respirar. Me giré para decirle algo a Bobby pero no fui capaz.


-“Bobby… esto… esto es…“ - mi voz se fue apagando antes de terminar la frase. Bobby rodeó mis hombros con su brazo y me dio un pequeño beso en la sien.


-“Romántico. Lo se.“




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Después de volver en mí misma y recuperar la capacidad para hablar y respirar, recorrí la pequeña casa de arriba abajo, como si fuese una niña pequeña buscando un regalo. Era preciosa, y muy acogedora. Bobby la había alquilado para esta noche, y a pesar de haberle pedido que nada de romanticismo, en un lugar como este, era imposible no serlo. Mi corazón latía a mil por hora y solo esperaba no encontrarme la cama llena de pétalos, o se pararía de golpe.


Después de una cena no romántica, y una sesión de sexo mucho menos romántica sobre la cama, sobre las escaleras de madera y junto al pequeño riachuelo que había al lado de la casa, Bobby me llevó en volandas hasta la habitación. Todavía seguía un poco aturdida por tanto sexo y no sabía si podría soportar otra más, pero me sentó en la cama y encendió una de las lamparitas que había a ambos lados de la cama. Sacó del pantalón una pequeña caja negra con un lazo blanco de tul y se puso de rodillas frente a mí.


No. No por favor. Alerta roja. Alerta roja. No puede ser. Que me fulmine un rayo ahora mismo.


-“Bobby… Bobby ¿qué vas a hacer?“ - le pregunté totalmente abrumada por el pánico. Cogió mi mano derecha y me puso la caja sobre ella. Estaba serio, mirando fijamente mi mano.


-“Ya te dije que no iba a pedirte matrimonio. Ábrelo, tonta.“


Dejé salir un suspiro, y con las manos temblorosas deshice el lazo y abrí la caja; un llavero con la típica cabina de teléfono inglesa sujetaba tres llaves. Levanté la vista y me encontré con sus ojos.


-“Estas llaves… ¿qué significan?“


-“Son las llaves de mi piso. Quiero que vivamos juntos.“ - me dijo mientras se arrimaba más a mí, apoyando sus brazos sobre mis piernas, y poniendo su barbilla sobre ellos, mientras me miraba con curiosidad, sin dejar escapar cada una de mis reacciones. -“Ya se que a lo mejor es un poco temprano, pero me parece una jilipollez que estés pagando una casa a la prácticamente nunca vas. Y ya que dormimos todas las noches juntos, me parece lo más justo del mundo que te ahorres el alquiler y vivas conmigo.“


Respiré hondo mientras sus palabras se clavaban en mi pecho. ¿Estaba preparada para vivir con Bobby? Él tenía razón; solo usaba mi casa como un gigante armario. No la pisaba nada más que para coger ropa limpia y llevar la sucia, y para cotillear con mi portátil. Además, el alquiler era bastante caro, y la mitad de mi sueldo se iba en eso. Y que decir de mis compañeras; no las soportaba. Me vendría muy bien ahorrarme ese dinero. Podría matricularme en una universidad y terminar mi carrera, tal y como Bobby me había dicho en nuestra primera cita. Una sensación de alegría desmesurada se apoderó de mi cuerpo, y se me puso la piel de gallina.


-“Pero, ¿y Tom? No creo que le haga mucha gracia…“


-“Tom se va con Marcus“


-“¿Lo has echado? Pobre Stu… va a odiarme.“


-“No digas tonterías. Nadie podría odiarte jamás. Además, se va al piso de Marcus. Está que no mea de la emoción. Ya sabes que le encanta el jodido piso de Marcus.“


-“Y… ¿y cuándo quieres que me… mude?“


-“Cuanto antes. Quiero que estés ya instalada cuando yo me vaya. La gira será menos dura si se que duermes cada noche en mi cama.“ - sus brazos rodeaban ahora mi cintura, apoyando su cabeza contra mi pecho. Dejé la caja con las llaves sobre la cama, y pase mis manos por su pelo, acariciando su cabeza, mientras mi corazón latía con fuerza contra su cara.


-“Entonces mi respuesta es sí.“ - le dije suavemente. Bobby levantó la cabeza y nos miramos durante minutos sin decir nada, tan solo sonriendo como tontos. - “Jamás pensé que una entrega de llaves podría ser tan romántico.“


-“Recuerda que tienes una cláusula.“


-“Lo se. Y no pienso romperla jamás. Te quiero.“


Bobby se puso de pie y apoyando sus manos en mis hombros, me tumbó delicadamente sobre la cama, poniéndose encima mía mientras besaba mis piernas, muslos, mi abdomen y finalmente mi boca. Sentí su lengua acariciar la mía suavemente, como si el tiempo se hubiese detenido y no hubiera otra cosa que pudiésemos hacer. Poco a poco nos fuimos quitando la ropa, anticipándonos a otra sesión de sexo, pero esta vez, sería romántica, con pasión.


-“Yo también te quiero, Lo.“ - me susurró contra el cuello justo antes de entrar en mí. Mis gemidos y los suyos se mezclaron en aquella habitación de ensueño, mientras la temprana luz de la mañana se colaba a través de las ventanas.




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Banda Sonora : The Ting Tings - Great DJ



Hoy era el gran día. El día de mi fiesta sorpresa de cumpleaños. Y yo ya estaba instalada en mi nuevo piso. Mi hogar. Resultaba extraño ver mi ropa en el armario junto a la de Bobby. También se me hacía raro no ver a Tom rondando por el piso en calzoncillos, recién levantado y con cara de dormido, mientras yo le preparaba el desayuno, como si fuese un niño pequeño. Lo echaba de menos.


Todos parecían revolucionados; Stella no paraba de llamar a Bobby, mientras este trataba de hablar en clave cuando yo estaba al lado. Y yo tuve que aguantarme la risa cuando Jamie me dijo que podía tomarme ese sábado libre, contándome una mentira sobre el día del orgullo gay en Chelsea, al que era asiduo y que no podía faltar, por eso iba a cerrar el bar. Yo sabía que tal día no existía en Chelsea, pero me hice la tonta lo mejor que pude. Tal y como Tom me había dicho, Jamie también iba a venir a Brighton.


Stella me llamó sobre las 5 de la tarde, con la excusa de ir de compras. Ya hacía tiempo que no salíamos las dos solas, y aunque sabía que era una manera de mantener entretenida, acepté. Dimos vueltas por Oxford St, por Picadilly, lógicamente para hacer algo de tiempo. Sobre las 6:30, el móvil de Stella sonó y después de leer un mensaje, nos dirigimos a su casa. Pero en vez de subir, nos montamos en su coche. Y yo estaba aterrorizada, pues había visto conducir a Stella una vez y me había llegado. Era una persona muy nerviosa y nunca paraba de hablar, y conduciendo un coche era un auténtico peligro. Supuse que era la encargada de llevarme hasta Brighton, aunque todavía no lo hubiese mencionad.


-“Stella, ¿dónde vamos?“ - le pregunté haciéndome la tonta. Estábamos entrando en la autopista del sur cuando mi voz la despistó y dio un volantazo, haciendo que casi me saliera el estómago por la boca.


-“Mmm… pues verás. Había pensado que podíamos cenar en Brighton. Se que no lo conoces y es un sitio muy bonito. Pero tú y yo solas eh. Nada de chicos. Los chicos…mmmmm…. se quedan.“


Mentía peor que conducía.


-“Ya… entonces tendré que avisar a Bobby.“ - le dije mientras sacaba mi móvil, sabiendo perfectamente todo lo que estaba pasando.


-“¡No! Quiero decir… no hace falta. Ya… ya lo sabe. Sí. Se lo he dicho yo.“


-“Ah, ¿sí? ¿Y eso por qué?“


-“!Oye Lola! !Basta de preguntas! Tengo que concentrarme en la carretera y entre tus preguntas y este coche de mierda no puedo.“


Puse mi mano en la boca para ahogar la risa que me estaba matando, y miré por la ventanilla mientras Stella subía el volumen de la radio. Sabía que le encantaba organizar y preparar fiestas, pero también sabía lo nerviosa que se ponía.


Eran casi las 8 de la tarde cuando llegamos a casa de Stella. Yo no sabía nada, por supuesto, pero recordé lo que me había dicho Tom. Era una casa enorme, y preciosa. Sabía que los padres de Stella tenían bastante dinero, pero no era nada ostentoso. Busqué con la vista coches, los coches de los chicos, pero no había nada. Quizás vendrían más tarde.


Entramos y la casa estaba completamente a oscuras, y al ser ya de noche, era imposible ver nada.


-“Lola, ¿puedes encender la luz? Está justo a tu derecha.“ - me dijo Stella en cuanto entramos en la casa. Tanteé con la mano la pared hasta dar con el interruptor.


-“¡¡¡SORPRESA!!!“


Un grito ensordecedor hizo que casi me diera un infarto. En cuanto abrí los ojos, los vi a todos, esparcidos por el enorme salón; Marcus, Bobby y Sam tenían las guitarras en la mano, sentados en tres taburetes. Jamie estaba junto a Tom, que vino casi corriendo hacia mí, aplaudiendo y sonriendo. Seguramente ya estaría un poco borracho.


-“¡Lola, Lola, Lola! ¡Menuda sorpresa eh!“ - me dijo irónicamente mientras me daba un abrazo. -“Serías una gran actriz“ - dijo susurrando en mi oído, y le di un pequeño puñetazo en el hombro.


Justo en ese momento las guitarras comenzaron a sonar. Y yo pensé que se me iban a saltar las lágrimas en cuanto reconocí la canción; Lola, de los Kinks. Me quedé de pie, escuchando como Sam cantaba y Bobby y Marcus le acompañaban con la guitarra. Ahora sabía porque Bobby había estado tanto tiempo en casa de Marcus “ensayando“. Me lo iba a comer a besos en cuanto terminara. Tom me pasó el brazo por los hombros y yo rodeé su cintura con el mío, mientras apoyaba mi cabeza en su hombro, dejando que la música me embriagara. Stella se acercó y enganchó su brazo con el mío. No podía dejar de mirar a Bobby mientras tocaba embelesado su guitarra y un dolor me punzó el pecho al darme cuenta de que en pocos días ya no lo tendría conmigo.


De repente, sentí que unos ojos se clavaban en mí. Unos ojos que me miraban con rabia. Una rabia que todavía no podía comprender, pero me quemaban la piel como el fuego. No quería mirar. Sabía perfectamente que si lo hacía, que si mis ojos se encontraban con los suyos, todo lo que me estaba pasando ahora mismo, se derrumbaría como un castillo de naipes. Puse todo mi esfuerzo en seguir mirando a Bobby, en seguir escuchando la canción, pero era inútil. Lo único que podía escuchar era el sonido de mi torrente sanguíneo golpeando mis oídos, los latidos en mis sienes y la voz invisible de ese demonio que iba a arruinarme la vida.


Robert.


Vencida, giré mis ojos en su dirección. Y a pesar de no estar para nada cerca, casi podía escuchar su respiración. Era como si de repente el mundo se hubiese silenciado y todo fuese a cámara lenta. En cuanto mis ojos se posaron en los suyos, esbozó su media sonrisa prepotente y dio un sorbo a su botella de cerveza. Y la manera en que lo hizo, casi lamiendo con su lengua la boca del botellín, y sin dejar de mirarme, hizo que cada nervio de mi cuerpo temblara. Paseé la vista por todo su cuerpo; llevaba un vaqueros desgastados, y una camiseta gris oscura que marcaba sus poco trabajados abdominales. Pero no importaba, porque era perfecto. El hijo de perra era una creación divina puesta en la Tierra para desmoronar mi vida.


Los últimos acordes de las guitarras me pusieron de nuevo los pies en tierra, y estallé en aplausos al igual que los demás. Lo había vuelto a conseguir; que perdiera la noción de mi tiempo para dedicárselo solo a él. Harta de este juego, corrí hacia Bobby, dándole un abrazo y comiéndole la boca, literalmente, sabiendo que Robert estaría mirando. También saludé efusivamente a Sam y a Marcus, dándoles las gracias por el regalo que me acababan de hacer. Sin duda, no lo olvidaría nunca, a pesar del señorito Pattinson y su juego de miraditas mortales.


Comenzamos a beber, sirviéndonos las bebidas en la mesa que Stella había preparado en el jardín. Tom puso su portátil sobre otra mesa y ejerció de DJ, algo que llevaba queriendo hacer desde hacía mucho. Yo estaba sirviéndome un vodka con tónica cuando alguien se situó detrás de mí, haciendo ruido con los hielos de su vaso.


-“Felicidades.“ - me dijo Robert, mientras revolvía su vaso. No quería girarme. Tenerlo tan cerca, de espaldas, de esta manera, ya era suficiente como para quitarme el aliento.


-“Gracias“ - le contesté muy seca, sin girarme. Torpemente, revolví mi copa con una pajita. Me estaba poniendo muy nerviosa.


-“¿A mi no me vas a dar un beso?“


Mi mano temblorosa tiró el vaso de vodka, derramando el líquido por toda la mesa. En ese momento, me di la vuelta, enfadada.


-“¿Y Kristen?“


-“En Los Angeles.“ - me contestó encogiéndose de hombros y dándole un sorbo a su vaso de whisky. No podía apartar mis ojos de los suyos, que se me estaban clavando hasta al alma.


-“¿A qué juegas, Robert?“ - las palabras se me escaparon de la boca. Esa era la pregunta exacta que tenía en mi cabeza, pero no quería pronunciarla en alto.


-“¿Cómo dices?“


-“No te hagas el tonto. Todo este rollo de las miraditas, de que te gustan las pelirrojas… ¿A qué juegas, Rob?“


Robert miró hacia dentro de la casa y allí mantuvo la mirada unos segundos. Bobby y los demás estaban dentro, tocando la guitarra mientras Tom cantaba. Entonces Robert volvió a mirarme y me agarró del brazo, llevándome casi a rastras hacia la parte alterar de la casa, donde estaba la piscina. Me detuve en seco, revolviéndome para que me soltara, hasta que finalmente lo hizo.


-“No se a qué coño te refieres con todo eso, pero estás muy equivocada.“ - me dijo bastante enfadado mientras dejaba el vaso en el borde de la piscina y se pasaba los dedos por el pelo.


-“Ah, ¿sí? Entonces, ¿a qué viene que estés todo el rato mirándome como si…“ - no pude terminar la frase. Me estaba sintiendo como una idiota mientras Robert me miraba con odio, apretando la mandíbula.


-“¿Como si…? ¿Como si te follara con la mirada? ¿Es eso lo que quieres decir, Lola?“ - Se aproximó unos centímetros más a mí. El reflejo del agua de la piscina iluminada por la luz resplandecía en sus ojos, azules intensos. Los músculos de su cuello estaban tan tensos que pensé que iban a estallar. -“Contéstame a eso. ¿Piensas qué cada vez que te veo solo pienso en tocarte, en besarte, en tenerte de la misma manera que Bobby te tiene?“


Ahora estaba tan cerca de mí que podía escuchar perfectamente como respiraba, entrecortadamente, casi al unísono conmigo. Puso su mano en mi barbilla y la elevó, haciendo que lo mirara a los ojos. Con su otra mano comenzó a acariciar mi mejilla, y por instinto, mis ojos se cerraron. Mi mente me pedía a gritos desesperados que parara, que frenara, que esto estaba mal. Pero mi cuerpo no podía reaccionar de otra manera que no fuese entregarme a él del modo que él quisiese. Su cuerpo se pegó más al mío, mientras su aliento chocaba contra mi cara.


-“¡Lola! ¡Lola, dónde te has metido?“


La lejana voz de Stella hizo que me separara de Robert de un salto, y como si acabara de cometer un asesinato, corrí, huí de allí, dando la vuelta a toda la casa por el jardín, y entrando en la casa por la puerta trasera. Subí las escaleras que había dentro de la cocina y me metí en el primer baño que encontré, cerrando la puerta con llave y sentándome en el suelo, mientras me agarraba las rodillas y el llanto histérico comenzaba a salir de mi cuerpo.



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La canción de Lola


Supongo que a partir de ahora las cosas se tuercen un poquillo para Lola, pero... ¿a quién no le gustaría que el causante fuese Rob? Jeje!


¡Hasta la próxima!


8 comentarios:

  1. uff menudo dilema a partir de ahora, graciasssssss es genial, espero el próximo!
    Besosssssssssss

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  2. MADRE MIA!!!!!!! Ajuuuuuuuuuuuuuu que me muerooo pero que bonita la primera parte, ainssssss que me enamora este Bobby... y la segunda que intensa ajajajajj Robert maloooooo

    espero el siguiente!! besitooos

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  3. Hola!!
    Wooowww ke intenso el capitulo
    La primera parte fue preciosa,ke mono bobby, y ke mona la vision de Tomstu en calzoncillos, medio dormido....ke rico :D
    La segunda parte fue....intensa tambien xD...de ke va robert?? Se ha encaprichado con la novia de su amigo
    Cuando dice eso de como si te follara con la mirada.....me ha temblado todo el cuerpo xDD
    Un besito y hasta el proximo!!!
    Besotes

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  4. :S jodeeeeeeeeeeeeeeeer!!!
    Aisn, que monoso con lo de irse a vivir juntos.... Bobby un 10.... Robert...capullo!!! XD xo si es un pagafantaaaaaaaaaaaaaaaaaas XD jajajajaja.

    Muaaaaaaaaaaaaaaaaaas!! No tardes con el siguiente ;)

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  5. joo, Robeeerrrrtttoooo, que malo eres con lola, déjala en paz! y vente para aca xD
    que capitulo :D
    que tierno es Bobby, y todas las cosas que hace por Lola, la segunda parte genial, ahora si que habra mas intriga, y en final que le diste, que vaaa haa pasarr??, no tardes.
    besostes,

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  6. a peticion popular... QUEREMOS EMPOTRAMIENTO!!!!

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  7. Me encanta tu fic!
    Me menudo final, me parece a Bobby le van a salir más cuernos...

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  8. ainssss, k tenia le fic aparcado y no me habia uesto con el a pesar de k todo le mundo me lo decia...eso si....hoy me he leido todo esto de un tiron.,..y voy hasrta el finaL!! me encanta!!!!!!!
    joder, este Robert me mata.....y Bobi....uufff

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