Un fanfic sobre Robert Pattinson y Bobby Long

domingo, 7 de febrero de 2010

Nueve <-> Le echaremos la culpa al alcohol.

Como siempre... ¡Gracias por leer y por los comentarios! Son muy, muy alentadores. :)


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Banda Sonora : Kid Rock - So hot




Tan pronto como el sol entró por la ventana, comencé a notar en mi cuerpo todo el calor que había echado en falta toda la noche. No sabía a que hora había llegado anoche, ni me acordaba como demonios había conseguido llegar a casa sana y salva. Tampoco sabía como pude quedarme dormida, entre tanto llanto, ansiedad y la extraña sensación que se había apoderado de mi cuerpo debilitado y profanado. Debilitado después de tanto alcohol y fiesta. Profanado porque ya no pertenecía solo a Bobby. Ahora una parte de mí gritaba porque Robert lo tocara otra vez. Que volviera a poner sus manos sobre mi cadera, mi cintura, mi culo. Que volviera a apretarme contra aquella pared, fría y húmeda. Y que sus labios devoraran los míos con la misma fiereza y rabia. Deseaba volver a tirar de su pelo, atrayéndolo hacia mí con intensidad, mientras profundizaba en su boca, acariciando mi lengua con la suya, chocando nuestros dientes y mordiendo mi labio hasta casi hacerme sangre.


Ahora, con los rayos de sol iluminando el salón, podía pensar con claridad. Había estado mal. Muy mal. Me sentía como una auténtica mierda, por haberle hecho eso a Bobby. Le había sido infiel tan solo unos pocos días después de que se fuera de gira. Pero al mismo tiempo, sentía que un enjambre de mariposas revoloteaban mi estómago. Odiaba a Robert por haberme hecho desearle tanto, y también… ¿lo quería? No era amor, eso estaba claro. Amor era lo yo sentía hacia Bobby. Simplemente era puro deseo. Como si su cuerpo ejerciera una fuerza gravitatoria hacia el mío, y no pudiera contenerme cuando él estaba cerca. Así que para calmar mi enorme sentimiento de culpabilidad, me decía a mi misma que la culpa no era mía, si no de él por estar tan rematadamente bueno.


Eso no servía de nada en el mundo real.


En el mundo real, tarde o temprano, iba a encontrarme con Bobby, y sabía que las escenas de ayer se repetirían una y otra vez en mi cabeza cada vez que él me tocase o besase. Y el reencuentro iba a tener lugar dentro de dos semanas, en París. No me iba a dar tiempo para recuperarme. Tenía que tomar medidas extremas, como irme de Londres, volver a Madrid y desintoxicarme como si fuese una yonki adicta a la boca de Robert Pattinson.


Lo cierto es que necesitaba consejo. Necesitaba hablar con alguien de esto, poder desahogarme, gritarlo, sacarlo de mi cuerpo de una vez por todas. Pero, ¿con quién? Stella era mi mejor y única amiga aquí, pero sabía que en este tipo de situaciones, lo mejor era mantenerla alejada de ti. Sabía que se posesionaría a favor de Robert por encima de todo, y no quería escuchar algo así.


Jamie era un cotilla absoluto, y un gay por encima de todo, así que lo único que escucharía de su boca serían ánimos para que lo repitiera. Go girl!


Miriam era una persona ajena a todo esto. Sabía lo de Bobby, por supuesto, pero en el fondo no se lo creía mucho. Así que irle con el cuento de que me había comido la boca con Robert Pattinson en el baño del Groucho era algo que su mente no iba a poder asimilar bien. La quería demasiado como para volverla loca.


Sam, Marcus. Descartados. A los chicos normalmente este tipo de historias les importan una mierda, aunque se trate de dos amigos. Nunca quieren involucrarse demasiado. Me escucharían, por supuesto, pero no se pronunciarían. Y puede que me cogieran algo de asco.


Pero de pronto vi la luz… ¿Tom? Con Tom tenía toda la confianza del mundo. Era el mejor amigo de Robert, y había vivido con Bobby lo suficiente para conocerlo perfectamente. Además de escucharme, me daría consejos. Y aunque en el fondo era bastante cotilla, sabía que cualquier cosa que le contase iría con él a la tumba. Respiré hondo, y casi a trompicones, me levanté hasta la entrada, donde había tirado mi bolso al suelo anoche. Saqué el móvil y lo llamé.


-“¡Amiga!“ - me contestó nada más descolgar con un casi perfecto español. -“¿Cómo estás?“


-“Bien, bien. Escucha, ¿te apetece venir a desayunar a casa? Tengo bollitos y té.“ - Tom no podía resistirse a los bollos con té.


-“Mmmm…. no se…. ¿intuyo oscuras intenciones tras los bollos y el té?“


-“Tengo que hablar contigo de algo.“ - le dije rápidamente, escupiendo las palabras cuanto antes. Tom se quedó en silencio unos segundos.


-“Estoy ahí en un rato.“


Colgamos el teléfono y me dirigí a la ducha. Mientras me enjabonaba el cuerpo y el pelo pensé en la manera de contárselo sin montar un drama. Pero era imposible. Era un gran drama. No quería que pensara que había utilizado a Bobby para tener algo con Robert, la gran estrella del cine. Puede que muchas chicas lo hubiesen intentado antes, pero yo desde luego, no. Vale, me gustaba Robert desde que lo vi en Crepúsculo, pero nunca pretendí que mi relación con Bobby fuese una especie de aperitivo mientras me ligaba a su amigo. A Bobby lo quería, lo amaba con toda mi alma. Esto había sido un gran error. El gran error de mi vida.




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Robert



Puta cerveza. Puto Groucho. Putos baños y putas novias de los amigos que están buenas. La cabeza me daba vueltas, la resaca me estaba matando, y para más inri, Kristen no dejaba de llamar a mi móvil. Ahora no, por favor. Lo último que necesitaba en este jodido momento era escuchar su voz mientras me ponía a parir. Pulsé el botón de colgar y hundí mi cabeza en la almohada. Ya era la tercera vez que le colgaba, y espera que ya se diese cuenta de que no quería hablar con ella. Nuestra relación estaba al límite, y no sabía como cortar con todo eso. No era fácil para nosotros; las películas, las giras de promoción, sesiones de fotos, entrevistas, rumores, desmentidos… Todo era una puta locura a lo que ya nos habíamos acostumbrado justo cuando nosotros ya estábamos más que acabados como pareja. Pero por alguna extraña razón nos era imposible desvincularnos. Lo nuestro era un “ni contigo ni sin ti“. Pero ya no podía más.


Me tapé las orejas con la almohada en cuanto escuché a el teléfono de Tom sonar. Ese timbre me martilleaba la cabeza, y el cabrón no lo cogía. Tanteé con mi mano en el suelo, buscando algo para tirarle a la cabeza. Un zapato. Agarrándolo por los cordones se lo lancé y fue a parar directo a su nariz. Bingo.


-“¡Joder! ¿Qué coño haces, Patty?“ - me dijo con la lengua todavía como un trapo. Patty… me llamaban así desde el colegio.


-“Te están llamando, gilipollas. Quiero dormir. Así que contesta o me tiro encima tuya.“


Levanté un poco la cabeza para ver como salía de la cama en pelotas y buscaba su móvil en el bolsillo de su pantalón. Me reí por lo bajo al ver que seguía despertándose empalmado, como cuando éramos adolescentes y dormíamos los sábados en casa de algún amigo para poder salir de noche. Pero mi risa se paró en seco al escuchar que Tom contestaba al móvil en español. Y solo había una española en su vida. Lola.


Al principio parecía divertirse, pero de repente su cara cambió a seria, diciéndole que estaría allí en un rato. No podía ser cierto. ¿No sería capaz de contarle lo que había pasado tan solo unas horas atrás?


-“¿Te vas?“ - le pregunté, intentado que me contara algo. Podría impedir que fuese a casa de Lola de todas las maneras posibles.


-“Voy a ir hasta casa de Lola, a desayunar. ¿Te vienes?“


Se me hizo un nudo en la garganta, e incluso mi entrepierna vibró al escuchar su nombre, y de repente todas las imágenes de ayer se me pasaron por la cabeza. El sabor de su boca, a limón y cerezas, el tacto de su piel, su mano agarrando con fuerza mi pelo. Mi mano sobre su culo. Mi lengua contra la suya. Su respiración entrecortada. El sonido de la música retumbando en mis oídos. La horrible sensación de saber que estás haciendo algo mal pero no poder parar.


-“Gracias pero no. Quiero dormir.“ - le contesté mientras volví a hundir la cara sobre la almohada. Escuché como se vestía y se iba. Y entonces se me pasó por la cabeza hablar con Lola antes de que Tom llegara a su casa. Tenía que disculparme, pedirle perdón por haberme comportado así. Ella era la novia de uno de mis mejores amigos, y tenía que saber que la respetaba como tal. Pero había algo contra lo que no podía luchar.


Me gustaba.


Y me gustaba mucho. Desde que Bobby me la enseñó, en una foto que me había mandado por email, no me la había podido quitar de la cabeza. La última vez que me había gustado tanto una chica fue en el colegio, y por aquel entonces, todo el género femenino parecía huir de mí. Ahora todo era distinto; con solo chasquear un dedo podría tener a 100 tías para mi solo. Pero me había encaprichado con Lola. Cada vez que me miraba o hablaba con su marcado acento español, todo mi cuerpo se electrificaba. Intenté desde el primer momento que no fuera así. Pero fue inútil. Y en estos casos, el alcohol no ayuda demasiado. Había actuado con ella como un imbécil. No debería haberla hecho sentirse mal con lo de Bobby, pero era algo superior a mí; que él pudiese tenerla todas las noches y yo no. Me había convertido en un cabrón.


Mi teléfono volvió a sonar; Kristen de nuevo. Enfadado y gruñendo para mí mismo, descolgué.


-“Kristen, estoy durmiendo.“ - le dije con los dientes apretados. Miré el reloj de la pared. Eran las 2 de la tarde, lo que significaba que en Los Angeles eran las 7 de la mañana. ¿Qué coño hacía despierta? Era una jodida marmota.


-“No puedo dormir.“ - contestó. Suspiré y me levanté de la cama, caminando hacia la ventana. Otro día con un sol de puta madre. Debería ir a dar una vuelta por Camden. -“¿Rob?“


-“Estoy aquí. Dime, ¿qué te pasa?“


-“Llevo toda la noche dándole vueltas.“


-“¿A qué?“ - le pregunté. Kristen siempre me desconcertaba. Nunca sabía lo que pensaba, y era bastante difícil hacerla hablar cuando algo le preocupaba.


-“A todo. A lo que hablamos el último día que estuve en Londres. Quizás tengas razón y lo mejor sea… darnos un tiempo.“


-“Kris… sabes que lo dije por el bien de los dos, ¿verdad? Es mejor parar antes de que todo vaya a peor. Tenemos que trabajar juntos otros 5 meses. Si seguimos que esto nos consuma, llegará un momento en que no podamos ni vernos.“


-“Lo se, lo se. Es solo que… “


-“¿Qué?“


-“Que no creo que pueda soportar verte con otras chicas.“


-“Joder Kristen… ¿por qué te pones a pensar ahora en esas cosas? No puedes ser tan.. celosa, joder…yo tuve que soportar verte con Michael cuando ya estabas conmigo y jamás protesté. Si decidimos terminar con esto, somos libres para salir con quien queramos.“


-“Si dices eso, es que ya tienes el ojo puesto en alguna.“


-“Joder… mira, me acabo de despertar, tengo resaca, me pican los huevos y aún tengo que ir a mi casa a comer por el cumpleaños de mi madre, así que si no te importa, hablamos en otra ocasión.“


-“No hace falta. Doy por terminado lo nuestro.“


Y diciendo eso, me colgó. ¿Doy por terminado? Siempre había sido una niñata, pero eso me había llegado al alma. Echando humo por las orejas, encendí un cigarro, esperando calmarme un poco. Me puse los mismos pantalones que anoche y una camiseta de Tom, me calcé y con mis gafas de sol puestas, salí por la puerta. Marcus todavía roncaba en su habitación. Suerte la suya que estaba soltero.




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Lola



Estaba secándome el pelo con el secador cuando escuché el timbre de la puerta. Pobre Tom. Todavía tenía las llaves del piso, pero le daba corte entrar sin llamar. Corrí hacia la puerta y le abrí, recibiéndole con un abrazo.


-“Solo vengo por los bollos. Lo sabes, ¿verdad?“ - me dijo mientras entraba en el piso.


-“Los bollos también lo saben. Están en el salón esperando por ti.“


Preparé el té mientras Tom encendía la tele y empezaba a comer. Nos serví una taza a cada uno y me senté frente a él.


-“Bueno,“ - dijo suspirando, mientras cogía la taza entre sus manos. -“¿De qué quieres hablar?“


-“Mmmm… es complicado. En realidad, es muy, muy complicado. No se ni por donde empezar.“ - le dije mientras mi estómago se encogía. Tenía la misma sensación que tienes cuando vas a hacer el examen más importante de tu vida.


-“Yo también tengo algo que contarte.“ - me dijo Tom agachando la cabeza. Aguanté la respiración unos segundos para soltar todo el aire lentamente. -“Pero tú primero.“


-“No, no. Empieza tú.“


-“No. De eso nada. Tú me has llamado.“


-“Insisto, Stu. Lo mío puede esperar.“


-“No lo creo. Has dicho que era muy, muy complicado. Hagamos una cosa.“


-“¿El qué?“


-“Yo hago preguntas, y tú contestas. Así será más fácil. Y luego tú haces lo mismo conmigo.“


-“Está bien.“


Se sentó en el suelo, apoyando su espalda en el sofá con la taza entre sus manos. Yo hice lo mismo con el sofá de enfrente. Recogí mis piernas contra mi pecho e intenté calmarme.


-“¿Tiene algo que ver con Bobby?“ - me preguntó. Asentí con la cabeza, y él hizo lo mismo, recogiendo datos. -“Bien. ¿Ha hecho Bobby algo mal?“


-“¿Qué? ¡No!“


-“O sea, que la que ha hecho algo mal, has sido tú, ¿no?“ - Volví a asentir, casi al borde del llanto. Gracias a dios Tom hacía que todo fuera más fácil, dándole su especial toque de humor. - “¿Has hecho algo que podría incomodar a Bobby?“


-“Sí. Mucho.“


-“Vale… o sea que… podría haber otra persona… ¿me equivoco?“


-“Has dado de pleno.“ - le dije yo, mientras las lágrimas salían de mis ojos por instinto. Me estiré las mangas de mi camiseta y me sequé con ellas.


-“Hey, no llores.“ - me dijo Tom mientras se sentaba a mi lado y me pasaba un brazo por los hombros. -“¿Tan malo es?“


-“Es peor que malo, Tom. Es horrible. Soy la peor persona del mundo.“


-“No creo que sea peor que lo mío.“ - me dijo sonriendo, tratando de quitarle peso al asunto, algo que era imposible.


-“¡Tom! ¡Esto es serio! Ayer me…. mmmm…. me di un beso con… Rrrr…Rrrrrooo…. con Rob.“


-“¿Solo uno?“


-“¡No! Más de uno, Tom… pero solo fueron besos, te lo juro.“ - las lágrimas seguían saliendo de mis ojos.


-“Bueno… entonces tampoco es para tanto…A ver, claro que es algo por lo que sentirse culpable, pero todos cometemos errores alguna vez, y si estás arrepentida significa que quieres a tu novio y que no lo volverás a repetir.“


-“Estoy muy arrepentida.“


-“Entonces, no le des más vueltas. Aunque Robert podía haberse tragado la lengua… No tendrá bocas donde meterla, que tiene que hacerlo con la tuya.“ - dijo ente risas. Le di un codazo en las costillas, haciendo que le saliera el té por la nariz. Y me reí. Por primera vez en ese día, a pesar de mi bochorno, Tom hizo que sonriera. Justo lo que necesitaba; desahogarme y reírme.


-“Por favor, no se lo cuentes a nadie.“


-“Mis labios están sellados.“ - dijo mientras hacía el gesto de coserse la boca.


-“Bueno… ¿y a ti que te ha pasado?“


Tom esbozó una gran sonrisa, mientras miraba al techo. Conocía esa cara; era la que ponía cuando la noche anterior se había liado con una tía.


-“He hecho algo horrible.“ - dijo imitando mi voz y mi acento español. Volví a darle un codazo en el costado. -“¡En serio! Es algo horrible, aunque eso no signifique que esté arrepentido, como tú.“


-“Tom, en serio, eres idiota. Dime de una vez que ha pasado o te meto los bollos por la nariz.“


“¿Te acuerdas de Lizzy?“


-“Tom… dime que no te has liado con ella… por favor.“


-“Ba… no es la primera vez. Siempre hace que le doy asco, pero en el fondo se muere por mi cuerpo.“


-“Pero… ¿Robert lo sabe?“


-“Ni de coña… me cortaría la polla. Los tíos tenemos una norma; nada de tirarse a las novias, ex novias o hermanas de los amigos.“


-“Ya veo, ya...“


-“Pero ya nos conoces… no somos muy de normas.“


-“Estáis locos. Todos.“


-“Jamás pensé que diría esto pero… ayer los dos fuimos invadidos por un Pattinson.“


Cogí un cojín del sofá y le di con él en la cara, y así estuvimos un rato. Me quedé bastante aliviada al contarle todo eso a Tom, y además, sabía que no iba a contar nada. Al fin y al cabo todos teníamos secretos que guardar.



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Esa tarde, como no, tuve que ir a trabajar, y evité a toda costa, que Jamie me preguntara por la fiesta de ayer, pero fue inútil. Su vena cotilla estaba al rojo vivo y llegué a pensar que podía leer mi mente. Gracias a dios, recibí una llamada a móvil justo cuando me preguntó por ello. Era un número que no conocía, pero decidí contestar igualmente.


-“¿DIga?“


-“¿Lola? Soy Bobby.“


Como si de una maldición se tratara, miles de flashes con escenas de ayer me pasaron por la cabeza en el momento en que escuché su voz.


-“Bobby… ¿qué pasa?“


-“He perdido mi teléfono. No pude llamarte ayer, lo siento tanto.“


-“¡No pasa nada! Quiero decir, estoy.. estoy bien.“


-“¿En serio? Te noto nerviosa.“


-“¡No que va! Estoy perfectamente. Es que… estoy trabajando, no puedo hablar ahora mismo.“


-“Está bien…“ - dijo después de suspirar profundamente. -“¿Te llamo por la noche?“


-“¡Claro! Hasta la noche, pues.“


Colgué el teléfono rápidamente con un nudo en el estómago. Me di la vuelta y allí estaba Jamie clavado, escuchando toda mi corta conversación.


-“Lola… ¿hay algo que no me hayas contado?“


-“¿Qué? ¡No! ¿Qué iba a pasar?“


-“Hueles a problemas con tu novio y a sexo reciente.“


-“Y tú hueles a gay cotilla metomentodo que a está a punto de recibir un puñetazo.“


-“Eres tan joven e inexperta. Cuéntale a Daddy Jamie que has hecho ayer.“


-“Jamie, en serio, tu sentido del olfato está algo atrofiado. ¿Puedo volver al trabajo, ahora?“


Esquivé a Jamie como pude y salí de la barra para recoger unas mesas y servir otras. Esa noche trabajé como nunca, tan solo para evitar estar mucho tiempo detrás de la barra con Jamie. Y si pensaba que mi día no podía ir peor, de repente Stella entró por la puerta del pub. Se sentó en uno de los taburetes de la barra y Jamie le sirvió una cerveza, mientras esperaba por mí.


-“Stella, ¿qué haces aquí?“ - le pregunté mientras dejaba la bandeja sobre la barra y metía los vasos sucios en el lavavajillas.


-“Me he peleado con Sam.“ - me dijo después de beber un gran sorbo de cerveza. Señor… esto ahora no, por favor.


-“¿Por qué?“


-“Porque los hombres son todos idiotas, Lola. A Sam no le llega con que vivamos juntos y hagamos todos juntos. No. Ahora quiere más.“


-“¿Qué quieres decir?“


-“Quiere que nos casemos.“ - me dijo después de una pausa. Se me cayó un vaso al suelo en cuanto pronunció la palabra “casemos“. -“¿Ves? Hasta tú lo ves ilógico.“


-“Lo siento, me ha pillado por sorpresa.“


-“¿Pero que le pasa por la cabeza? ¿Tengo pinta de señora casada? ¡No! ¡Soy joven, tengo 24 jodidos años! A mi edad lo normal es ir de compras, emborracharse y follar. Nada más.“


-“No se que decirte, Stella. Lleváis muchos años juntos, quizás no sea tan mala idea.“ - le dije suavemente mientras ella clavaba sus ojos envenenados en mí. -“O quizás sí…“


-“¡Claro que es mala idea! ¿Qué pensarías si Bobby te pidiese matrimonio un día de estos?“ - su pregunta hizo que me temblara el pulso mientras tiraba una caña de cerveza. En mi cabeza no era Bobby el que me lo pedía. Era Rob.


Dejé que Stella se explayara a gusto mientras yo seguía sirviendo cerveza tras cerveza. Yo no era la persona más indicada para darle consejo ahora mismo sobre eso, y menos aún a ella. Cualquier cosa que dijese a favor de Sam, podría ser mi sentencia de muerte.


Llegó la hora de cerrar el pub y Stella y yo compartimos un taxi. Por un momento pensé que iba a venirse a casa conmigo, y respiré tranquila cuando se despidió de mi y siguió en el taxi su camino. Llegué y me duche otra vez, para quitarme el penetrante olor a cerveza y humo que llevaba en la ropa y el pelo. Encendí la televisión, revisé mis correos y cuando me disponía a hacerme algo de cenar, sonó el timbre de la puerta. Puse los ojos en blanco al imaginarme que sería Stella, arrepentida de volver a su casa y esperando que le dejara dormir en la mía. Abrí la puerta tal y como estaba vestida; con una camiseta vieja de Bobby que me llegaba justo por debajo del culo. Pero no era Stella la que llamaba a la puerta.


-“Hola…“


Era Robert, con una caja de pizza en sus manos. Lo primero que pensé fue en cerrarle la puerta en las narices y mandarlo a él y a su pizza a la mierda. Lo segundo que pensé fue en lo guapísimo que estaba con el pelo y la ropa empapados por la lluvia y en lo bien que le quedaban las camisetas grises algo apretadas.


-“Hola… ¿qué haces aquí?“


-“¿Puedo pasar?“ - me preguntó casi temblando. Me aparté de la puerta para que pasara. - “He traído una pizza, y un trozo de tarta.“


-“¿Tarta?“


-“Sí… mmmmm… hoy ha sido el cumpleaños de mi madre y… bueno… ha sobrado tarta.“


Dios mío. No podía ser más adorable.


Me quedé entusiasmada mirando su sonrisa tímida unos segundos, hasta que reaccioné. Le indiqué que dejara la pizza en la mesa del salón mientras yo cogía un par de platos.


-“Es mi forma de disculparme.“ - me dijo en cuanto comencé a cortar la pizza en porciones. Levanté la mirada y lo miré con el ceño fruncido. -“Por lo de anoche.“


-“No tienes porque hacerlo.“


-“Ya, pero quiero. No me hace mucha gracia que pienses que voy por ahí liándome con las novias de mis amigos. También tienes que perdonar mi actitud contigo; no te odio. No a tí.“


-“Creo que lo mejor es que lo olvidemos.“ - le respondí al borde de un ataque de nervios.


-“Sí… olvidarlo. Por cierto, también he traído una botella de vino. Creo que es de tu país.“ - me dijo mientras se sacaba la botella del interior de su chaqueta.


-“¿Acaso la has robado?“ - le dije al verlo.


-“Sí. Robar vino y besar a novias ajenas son mis dos grandes aficiones.“


Fui a la cocina por dos copas y un abre corchos. Robert tuvo dificultades para abrirla, así que al final tuve que hacerlo yo, con mi habilidad de camarera y serví las dos copas.


-“Rioja. Tienes buen gusto.“ - le dije yo después de probarlo. No es que fuera catadora de vinos profesionales, y en el pub apenas se vendía, pero había que hacerse la interesante. Observé como se acercaba la copa a sus labios y bebía lentamente, y de nuevo, deseé que volviera a poner esos labios carnosos sobre los míos. Seguía con su sabor grabado en mi memoria, y me empecé a preguntar si beber sería buena idea.


Después de cenar y comer la tarta que había traído de su casa, decidimos ver una película. Después de todo, el vino nos había hecho olvidar la incomodidad del principio. Robert se levantó del sofá y echó un vistazo en la columna de dvds que Bobby tenía al lado de la televisión.


-“¿No tenéis películas decentes en esta casa?“ - me preguntó riéndose mientras miraba una a una las películas.


-“Son todas de Bobby.“ - le contesté encogiéndome de hombros.


-“¿Te apetece alguna en especial o me dejas escoger a mí?“


-“Mientras no sea de miedo, me parece perfecto.“


-“Entonces vete a por algo más de beber mientras la escojo.“


Me levanté del sofá y me dirigí al pequeño mueble bar que había en el pasillo. Saqué una botella de vodka y cogí en la cocina dos vasos con hielo. Volví y le enseñé la botella de Absolut a Robert, quien me hizo un signo de aprobación con la mano. Nos volvimos a sentar en el sofá y serví el vodka en los vasos, mientras la película empezaba.


-“¡OH no! El exorcista no, por favor.“ - le rogué en cuanto vi los créditos del principio.


-“Es mi película favorita. No entiendo como puede darte miedo.“


-“No me da miedo; me da pánico.“ - le dije después de bebernos un chupito de vodka los dos.


Y otro.


Y otro más.


Y llegó el quinto y la película ya me estaba haciendo gracia. Mientras bebíamos, la íbamos comentando a nuestra manera, con nuestra mente de alcoholizados, partiéndonos de risa cada vez que la niña poseída hablaba. Llegó un momento en que ambos dijimos a la vez que era igual que Stella cuando se enfadaba. Robert se rió tanto, que se retorció en el sofá, haciendo que su cabeza chocara contra mis rodillas. Y en vez de apartarse, se quedó allí, y casi por instinto, mi mano voló hasta su pelo, acariciándolo suavemente y enredando mis dedos en sus mechones.


-“No, no pares. Es muy relajante.“ - me dijo Rob en cuanto me di cuenta de lo que estaba haciendo y paré mi mano en seco. Le hice caso. Seguí acariciando su pelo, y su mano fue a parar en mi rodilla desnuda. Cerré los ojos y eché la espalda hacia atrás, apoyándome en el respaldo. Robert levantó la cabeza y se aproximó a mí, poniendo su cara a milímetros de la mía.


-“No quiero hacer esto, pero…“ - me dijo, con su boca cada vez más cerca de la mía.


-“Lo se. Yo tampoco puedo evitarlo.“


Y de nuevo, sus labios se apretaron contra los míos. Saboreé su boca como si fuese la primera vez, mientras sus manos subían por mis muslos. Con un rápido movimiento, me agarró por las caderas y se levantó, sentándome en el borde de la ventana. Sus manos seguían acariciando mis muslos y yo metí las mías por debajo de su camiseta, todavía húmeda. El gemido que soltó contra mi boca hizo que me recorriera el cuerpo olas de electricidad.


Había hecho gemir a Robert Pattinson.


Casi sin darme cuenta, su mano derecha estaba en mi entrepierna, acariciando por encima de mis bragas. Levanté su camiseta y se la quité, dejando al aire ese cuerpo que tantas veces había visto en fotos. Mis ojos se clavaron en los suyos cuando sentí que entraba en mí con dos dedos, apartando delicadamente mis bragas. Pegó su boca a la mía, mientras jadeaba, y con su mano izquierda se desabrochó los botones de su pantalón vaquero.


Definitivamente, iba siempre en comando.


Acercando mis caderas más a él, pude sentir como entraba lentamente. Se mordió el labio cuando estuvo totalmente dentro, sintiendo como me estrechaba a su alrededor. Al principio sus sacudidas eran delicadas, suaves, casi parecía que me pedía permiso cuando salía para volver a entrar. Pero una vez que mi excitación aumentó, y apenas podía reprimir mis gemidos, Robert aumentó la velocidad. Agarró mis caderas y comenzó a embestir con más fuerza. Apoyó la cabeza en mi hombro, y noté su lengua, caliente y húmeda, recorrer mi cuello de arriba abajo, mordisqueando de vez en cuando. Entrelacé mis piernas alrededor de su cintura, facilitándole el trabajo, y llevé mis manos a su pelo, acariciándolo con fuerza, justo como a él le gustaba.


En cuestión de segundos, yo no pude aguantar más, y llegué al orgasmo, casi al mismo tiempo que él. Y mientras lo hacía levantó la cabeza y cerró los ojos con fuerza, apretando la mandíbula y gimiendo. Los músculos de su cuello se tensaron, haciendo que pareciera un auténtico dios del sexo. Y casi pensé que iba a tener otro orgasmo teniendo esa imagen ante mí.


Con las piernas temblorosas, me bajé del bordillo, tamabaleándome, pero Robert me agarró por el brazo, acercándome a él, y me abrazó.


-“¿Ya ibas a huir de mí otra vez?“ - me dijo con su voz profunda. Recorrió mi espalda sudada con sus manos.


-“Solo iba a beber agua.“ - le dije contra su pecho. Podía escuchar su corazón latiendo desbocadamente. Y era el sonido más increíble del mundo.


Me liberó después de darme una palmada en mi trasero y fui a buscar un gran vaso de agua. Estaba deshidratada, por el alcohol y por el polvo más increíble que me habían echado en mi vida. Cuando volví al salón, Robert estaba abrochándose el pantalón y poniéndose su camiseta. ¿Cómo alguien podía ser tan bueno en el sexo sin ni siquiera quitarse el pantalón?


-“¿Ya te vas?“ - le pregunté, desconcertada. No hacía ni 5 minutos que me preguntaba si estaba huyendo, y ahora el que parecía que huía, era él.


-“No lo se.“ - me dijo después de una pausa, mirándome fijamente. Fruncí el ceño. -“Lola, estoy tan confundido como tú. Ni siquiera se que acaba de pasar.“


-“Pues ya eres mayorcito para que te lo expliquen.“


-“Lola, los dos tenemos pareja, y mira lo que hacemos. Y lo peor es que… yo no me arrepiento. No se que me pasa, pero cada vez que estás cerca es como si me olvidara de todo lo demás y solo pensara en… hacer lo que acabamos de hacer.“


-“Lo se.“


-“Y por mucho que intento frenarme, esa fuerza o lo que sea que hay entre los dos, me empuja, me tira más a ti.“


-“Ya.“


-“Y no quiero complicarte la vida, porque no te lo mereces. No quiero que seas una cualquiera que me puedo tirar cada vez que mi polla lo necesite.“


-“Ya.“


-“¿Podrías decir algo más que monosílabos, por favor?“


-“Vale. Quiero decir… Estoy tan abrumada como tú. Y creéme que me pasa lo mismo. Yo tampoco se como lidiar todo esto, Rob.“


-“Esto no puede volver a pasar. Mi vida es demasiado caótica como para involucrarte en ella.“


-“No me importa involucrarme en tu caótica vida, Robert, de verdad.“


-“No sabes lo que dices. Además, no podemos hacerle eso a Bobby. Quedará entre nosotros. Le echaremos la culpa al alcohol.“ - Robert se acercó más a mí y me levantó la barbilla, haciendo que lo mirara a los ojos. -“No volverá a pasar, ¿de acuerdo?“


-“De acuerdo.“ - le dije yo después de unos largos segundos pensando. Clavó sus ojos verdes sobre los míos y después, como si me lo estuviese rogando, apretó sus labios contra los míos. Otra vez. -“Ahora es mejor que me vaya. Podemos hablar mañana.“


No pude decir nada más. ¿Por qué me besaba después de decirme que esto no iba a volver a pasar? Lo acompañé hasta la puerta y se fue, dejándome aún si cabe, mucho más confusa que el día anterior. Me llevé el cuello de la camiseta hasta la nariz. Todavía olía a él.


En ese momento, sonó mi móvil: Bobby. Tenía cuatro llamadas perdidas de él. Casi sin habla, descolgué...









viernes, 5 de febrero de 2010

Ocho <-> Fuego



Banda Sonora : Diana Ross - Love hangover




Había pasado el peor y el mejor cumpleaños de mi vida al mismo tiempo. Todo iba perfecto hasta que dejé llevarme otra vez por mi estúpido instinto. Por alguna razón, mi cuerpo reaccionaba de esa manera cuando Robert estaba cerca; era como si tuviera un radar que me hacía actuar de manera inconsciente cuando él me hablaba o me rozaba.


Casi nos besamos. Pude saborear su aliento chocando contra mis labios; whisky, tabaco y chocolate. El tacto de su pulgar acariciando mi mejilla gentilmente, mientras mis ojos se cerraban, me puso la piel de gallina. Iba a hacerlo. Estaba dispuesta a dejar que Rob pusiera sus labios sobre los míos y arruinarme la vida. Pero la voz de Stella rompió el hechizo, y me fui de allí corriendo, sin decir nada y sin mirar atrás, temiendo que al volver a mirarlo, el hechizo me atrapara de nuevo.


Encerrada en la seguridad del cuarto de baño, me senté en el suelo y dejé salir todo la rabia que tenía acumulada en el pecho, en forma de lágrimas. Apreté las rodillas contra el pecho e intenté calmarme, mientras las lágrimas empapaban mi camiseta. El sonido de la música en la primera planta retumbaba en el suelo de baldosas y podía escuchar las risas de los demás, pero ya no quería bajar y pasármelo bien, ni bailar, ni reír. Solo quería meterme en la cama y dejar que este día terminara.


Jamás pensé que reaccionaría así. Todo el mundo se imagina como será ese día mágico en que conoces a tu estrella favorita; un actor, un cantante… Siempre piensas que él te mirará entre toda la multitud, se fijará en ti, y como si fuese una película, te cogerá de la mano, te sacará de allí y se enamorará de ti. Yo había conseguido que se fijase en mí y que casi me besase. Ahora mismo podría ser la envidia de medio planeta; era el actor del momento, el más deseado. Pero nunca piensas en las consecuencias, en los daños colaterales. Recuerdo cuando Miriam y yo hablábamos horas y horas sobre Robert, y decíamos que aunque tuviésemos novio, por Robert lo dejaríamos todo. Pero la realidad era muy distinta.


En la realidad, Robert me provocaba, me buscaba, me desnudaba con la mirada, y yo no era capaz de frenarle los pies. Me hacía sentir culpable y como la peor persona del mundo, engañando de alguna manera Bobby, el novio más increíble que una chica podría tener. A eso había que sumarle el hecho de que él y Robert eran muy amigos. Pero eso parecía no importarle en absoluto al señorito Pattinson.


Miré el reloj cuando pude calmarme un poco. Solo habían pasado 30 minutos, pero era como si las horas se hubiesen echando encima de mí. Me levanté de la fría baldosa, y me lavé la cara sin mirarme al espejo. No quería verme la palabra culpable escrita en la frente. Respiré hondo y abrí la puerta del baño.


-“¡Oh!“ - exclamé sorprendida. Allí estaba Bobby, apoyando en el marco de la puerta. Me quedé paralizada al ver su cara; parecía enfadado. Lo primero que me vino a la cabeza es que nos había visto.


-“¿Qué ha pasado, Lola?“ - me preguntó mientras me agarraba del brazo y me sacaba del baño. No podía articular palabra. Noté que volvía a tener ganas de llorar. Sí nos había visto, ¿cómo podía explicárselo? No me quedaba otra opción, no podía seguir engañándolo.


-“Lo siento… lo siento tanto Bobby… tienes que perdonarme.“ - le supliqué entre sollozos. Me agarré al cuello de su camisa mientras enterraba mi cara en su pecho. Bobby se quedó paralizado durante unos segundos, pero en seguida me rodeó con sus brazos, acariciando mi pelo.


-“¿Qué coño dices, Lola? Todos bebemos de más alguna vez. No tienes que pedir perdón.“ - Bobby me besó la frente mientras me frotaba los brazos, para que dejara de temblar. Levanté la cabeza, confusa. Si decía eso.. entonces era porque no nos había visto, ¿o sí?


-“Pero… no es excusa. Por mucho que beba, siempre tengo que saber quien soy yo, y quien eres tú.“


Ahora el que me miraba confuso era él. Se apartó ligeramente de mí. Mierda… la estaba cagando sin quererlo.


-“¿Qué dices? ¿A qué te refieres?“


Sí… la había cagado profundamente.


-“Mmmm… pues… a que….“


-“Lo… dime que cojones te pasa.“ - el tono de su voz me sobresaltó. Estaba muy enfadado, y ya no entendía nada. Suspré profundamente.


-“Tienes razón. He bebido de más. Pero es que… no quiero que te vayas.“


Perfecto, Lola. Un poquito de teatro, pero ni así te podrás quitar a Robert de la cabeza.


Me agarró por la cintura y me elevó. Puse mis piernas alrededor de su cintura y nos metió en la habitación donde íbamos a dormir. Cerró la puerta con el pie y nos tumbó en la cama, apagando la luz primero. Nos quedamos en esa postura unos minutos, que se hicieron eternos. Seguíamos escuchando la juerga de abajo; Tom seguía cantando a todo volumen clásicos de los 80.


-“Lo, no quiero que te preocupes por eso.“


¿Sobre qué? ¿Qué Robert, tu amigo del alma, casi me planta un morreo? ¿Que me voy a quedar en Londres, en tu piso, sola, sin ti, durante mes y medio? ¿Que, quizás, salga por la noche con tus amigos, entre ellos Robert “Picha Brava“ y que a lo mejor no salgo viva de esa? Claro, Bobby… no tengo por que preocuparme.


-“Voy a echarte mucho de menos.“ - le dije mientras me apretaba más a él, y entrelazaba mis piernas con las suyas. Tenía miedo. Y no solo por mi parte; todo el mundo sabe como son los cantantes cuando están de gira. Todas esas chicas, que se lanzan a sus cuellos. Yo había sido una de ellas, por eso sabía de lo que hablaba.


-“¿De verdad piensas que me voy a acostar con la primera que se me plante delante enseñándome las domingas?“ - me preguntó casi al borde de la risa.


-“Con la primera no, pero igual con la segunda...“


-“Vale, Lola, me estás tocando los huevos con este tema. Nunca, y escúchame bien, nunca, jamás, podría hacer eso. ¿Y sabes por qué?“


-“Porque… vas a dejarte el pene en Londres para evitar tentaciones, ¿quizás?“


-“Porque te quiero demasiado como para hacerte daño. Para mi sería muy fácil tirarme a cualquier en Francia o en Alemania, hacerlo sin que tú supieras nada. Pero no soy así. Ya deberías saberlo. Y me duele que dudes de mí. Yo jamás dudaría de ti.“


Vaya por Dios… Aquí viene el castigo; culpabilidad absoluta.


-“Pero-“ - Bobby me cortó poniendo sus dedo sobre mis labios.


-“¿Sabes por qué no intenté nada contigo en Madrid?“


-“¿Qué?“ - le pregunté estupefacta.


-“¿Qué? Vamos, no me digas que pensaste que te invité a una cerveza porque sí.“


-“Mmm… No lo se.“


-“Te vi, desde el escenario, y me pareciste preciosa. Pero yo de aquellas estaba con alguien, por eso lo más que me permití fue invitarte a una cerveza e irme de allí antes de que te acercaras a hablar conmigo y no pudiera resistirme.“


De nuevo, no sabía que decir. Este chico era increíble. Demasiado perfecto.


-“¿Por eso te acordabas de mí?“ - fue lo único que pude decir. La cabeza me estaba empezando a dar vueltas. Puede que por el alcohol o por lo abrumada que me sentía en ese momento.


-“Como para olvidarte. Te metiste en mi cabeza y no creo que salgas nunca.“


No me lo merezco. Lo único que me merezco ahora mismo es una tanda de palos por idiota.


-“Eres demasiado bueno para mí. A veces pienso que no te merezco.“


-“Voy a hacer como que no he escuchado nada.“


-“¡En serio! Estoy viviendo un sueño. Y todo gracias a ti. Y yo no se como… compensarte por todo esto.“


Bobby se apoyó sobre su codo y comenzó a acariciarme el vientre de arriba abajo mientras sonreía.


-“Con que sigas en casa cuando vuelva de la gira, me vale.“


Nos quedamos dormidos mientras nos acariciábamos. Me apreté con fuerza entre sus brazos, y poco a poco la música comenzó a cesar. Solo encontraba consuelo a todos mis errores en sus brazos, y sabía que en cuanto se fuese, mis problemas iban a ser un gran dolor de cabeza para mí.




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Al día siguiente nos despertamos y nos dispusimos a irnos. Bobby había traído su coche, así que teníamos que llevar de vuelta a Londres a Marcus, Tom y mi gran error. Stella y Sam se iban a quedar más días. En cuanto bajamos al salón, el paisaje era deplorable; botellas vacías, vasos derramados, Tom durmiendo encima de Marcus sobre el sofá, y un olor a tabaco insoportable. Robert no estaba allí. Intenté arreglar un poco todo aquello, ya que me daba dolor de corazón dejar que fuese Stella la que se comiera todo este marrón por una fiesta de mi cumpleaños. Cogí una gran bolsa de basura y metí dentro toda la porquería acumulada en el suelo. Tuve que apartar como pude la mano de Tom que tenía agarrada una botella vacía de Jack Daniel´s mientras gruñía. Salí al jardín para tirar la basura, cuando vi a Robert apoyado sobre la barandilla que daba al mar. Estaba fumando, y los rayos del sol del mediodía le daban de pleno. No tenía camiseta, llevaba unos vaqueros y estaba descalzo, y yo pensé que me caía al suelo.





¿Guapo? No, perfecto. ¿Sexy? No, un dios griego. No era nada comparado a cualquier sesión de fotos, o con las escenas en la cama de Remember Me. Estaba algo bronceado, parecido a aquellas fotos con todo el cast de Crepusculo para Vanity Fair y la brisa ondeaba su pelo cobrizo, mientras fumaba sin parar. Llevaba los pantalones un poco por debajo de la cintura, y gracias a eso, pude comprobar que no llevaba ropa interior.


Sí quería provocarme otra vez, lo estaba consiguiendo.


Con la sangre hirviendo, intenté acercarme al coche, que estaba muy cerca de él, en silencio. No quería que me viera, ni darle la oportunidad de que me hablara. Pero gracias a mi torpeza y mi mala suerte, la bolsa de la basura se me rompió en mitad del camino, haciendo que todas las botellas de cristal cayeran sobre la piedra, provocando un estruendo. Robert en seguida se dio media vuelta, bajándose un poco las gafas de sol para mirarme mejor. Mientras me agachaba lentamente para recoger todo aquello, mis ojos no pudieron despegarse de su cuerpo. Ahora estaba más musculado que antes, pero sin llegar a parecer Taylor Lautner. Apagó su pitillo y se fue aproximando lentamente hacia mí, con las manos en los bolsillos de sus pantalones, haciendo que bajaran más, y dejando a la vista las hendiduras de sus ingles, y algo de su vello ¿púbico?


Quiero morirme.


Bajé la mirada, evitando seguir mirando más y poder llegar con las bragas en su sitio a casa. Pensaba que iba a ayudarme a recoger, pero en cuanto pasó por mi lado, le dio un puntapié a una de las botellas que había salido rodando y siguió su camino, entrando en la casa, sin decir nada o ofrecerme su ayuda. Y en vez de pensar en lo gilipollas que era, me dije a mi misma que esto sería lo mejor. Si seguía actuando así conmigo, sería mucho más fácil no pensar en él.


Después de recoger las botellas, despedirnos de Stella y de Sam, y de casi llevar en brazos a Tom hasta el coche, nos fuimos de Brighton, un sitio que a partir de ese día, iba a odiar. El camino a Londres fue muy incómodo. De vez en cuando miraba por el retrovisor, y me encontraba con los ojos de Robert, mirándome con odio, con rabia y con lujuria. Se lamía los labios y me volvía a mirar. Y cada vez que Bobby ponía su mano sobre mi muslo desnudo, lo escuchaba chistar y miraba otra vez por la ventanilla, mientras Tom, resacoso, intentaba hablar con cordura, haciendo que Marcus se retorciera de la risa. Me llegó un mensaje de Jamie, diciéndome que había llegado a Londres y que me esperaba a las 6 en el pub, para trabajar. El estómago se me hizo un nudo; lo único que no me apetecía era ir a trabajar.


Después de dejar a Tom, Rob y Marcus en el piso de este, nos fuimos al nuestro. Tenía que ducharme, cambiarme, comer algo y marcharme al pub. Necesitaba borrar de alguna manera cualquier marca de Robert; el recuerdo de su mano sobre mi barbilla, o su dedo acariciando mi mejilla. Su aliento contra mi boca, entrando dulcemente por mi nariz. Todavía lo recordaba. Y solo había una manera de eliminarlo.


Salí de la ducha y me arropé con una toalla muy pequeña. Sin secarme el pelo, salí del baño, empapando la moqueta del pasillo, buscando a Bobby. Lo encontré en el salón, sentado en el sofá mientras afinaba una de sus guitarras. Caminé despacio y en silencio, sin llamar su atención, hasta que me puse frente a él, con mis piernas a ambos lados de sus rodillas, mientras las gotas que resbalaban de mi piel caían sobre sus vaqueros. Sus ojos se plantaron sobre mis muslos, y poco a poco fue subiendo la mirada por todo mi cuerpo, y dejó de rasgar las cuerdas. Sin quitarse la guitarra de encima, puso sus manos sobre mis muslos mojados, y empezó a moverlas arriba y abajo, haciendo que me excitara por momentos. Eché la cabeza hacia atrás en cuanto sus manos encontraron mi entrepierna, deslizando un dedo dentro. Esperó a que estuviera totalmente húmeda y entonces, dejando caer su guitarra al suelo, me cogió y me sentó sobre el cabecero del sofá, abriéndome las piernas violentamente y poniéndose de rodillas. Sentí su lengua acariciarme, entrando con ella en mí, y mordiendo mis muslos. Apoyé mis pies sobre sus hombros mientras el orgasmo me invadía. Justo antes de llegar, apartó su cabeza y se puso de pie, penetrándome con fuerza mientras sujetaba mis tobillos. Me penetró con tanta fuerza que me hacía daño, pero no me importaba; eso solo amplificaba el placer. No dejé de mirar su cara todo el rato, quería tenerlo de esa manera grabado en mi memoria, sudado, excitado, gimiendo y jadeando mientras entraba y salía, agarrándome con fuerza con sus brazos, mientras tensaba todos los músculos de su cuerpo. Largos minutos después, se derramó en mi interior, y abrazándome, nos caímos sobre el sofá, mientras recuperábamos el aliento.


Iba a tener que ducharme otra vez.




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Banda Sonora : The Kooks - Already miss you




Pasó el domingo, el lunes y el martes. Fueron los días más tristes que había pasado en mucho tiempo. No podía alejarme de Bobby ni siquiera para ir a trabajar, o cuando él iba a ensayar. Por las noches, nos metíamos en la cama y nos quedábamos abrazados, sin parar de besarnos, aprovechando todo el tiempo posible.


El miércoles por la mañana me levanté muy temprano, incapaz de dormir. Preparé el desayuno para los dos, y mientras lo hacía, Bobby se levantó y fue hasta la cocina, abrazándome por detrás mientras yo terminaba de preparar los cafés.


-“No quiero irme.“ - me dijo con voz ronca contra mi cuello mientras me apretaba con fuerza.


-“Lo se.“ - le respondí, incapaz de decir más. Sentía que me invadían las ganas de llorar. Siempre se me habían dado muy mal las despedidas, y esta, era la más dura de mi vida. -“Menuda mierda.“


-“Te llamaré todos los días. Todos, todos, todos.“ - me dijo, intercalando besos por mi cuello, oreja y clavícula.


-“Quien sabe; igual aparezco en un hotel con una gabardina y desnuda por debajo.“ - le dije mientras me daba la vuelta y le ofrecía su taza de café. Bobby cerró los ojos y se mordió el labio de abajo. Tan solo llevaba un pantalón de chandal y pude ver como se excitaba. Me apreté más a él, provocándolo. Un polvo de despedida es mejor que un beso y unas lágrimas. -“¿Te gustaría?“


-“Fuck baby… tengo que preparar todo y no tengo tiempo, no me provoques.“ - me dijo casi gimiendo mientras apretaba mi muslo contra su entrepierna. Estaba dura, palpitante, casi podía romper el pantalón. Llevé mi mano hasta esa zona, acariciando por encima del pantalón mientras mordía su cuello. -“Lo… por favor.“


-“¿Uno rapidito? No querrás que me quede triste, ¿verdad?“ - le susurré al oído mientras aumentaba la presión de mi mano. -¿O prefieres que me despida a mi manera? ¿Uhm?“


Bobby gimió como respuesta; sabía a lo que me refería. Sin dudarlo, le bajé el pantalón y me puse de rodillas, introduciéndolo en mi boca y gimiendo cuando rozó mi garganta. Sentí como sus piernas temblaban mientras agarraba mi pelo, intensificando el movimiento de sus caderas cada vez más. Aumenté la velocidad de mi mano y la presión de mi lengua y en pocos minutos terminó, en mi boca.


Esto si es un desayuno.


Me levanté triunfante y me abrazó con un brazo, mientras que el otro lo tenía todavía apoyado en la encimera, intentado recobrar la respiración normal.


-“Ahora no me quedaré tan triste.“ - le dije una vez que volvió a recuperar el sentido.


-“No tienes más remedio que hacerme esa visita el hotel.“


Una hora después, sus maletas y la carcasa de guitarra ya estaban en la puerta, y yo estaba al borde del llanto. Un nudo en el estómago y un gran peso en el pecho me impedían respirar. Agarró mi mano y se la llevó a la boca, besando cada uno de mis dedos y abriéndola para plantar un beso en la palma.


-“¿A qué hora sale el avión?“ - le pregunté con un hilo de voz.


-“12:30. Phil ya debe estar abajo con el taxi.“


-“No hagamos un drama de esto, ¿vale? Al fin y al cabo volverás pronto.“


-“Sin dramas.“ - dijo él, asintiendo lentamente, y esbozando una sonrisa triste para mí.


Pasaron un par de minutos sin decir nada cuando el teléfonillo sonó. Era su manager, Phil, avisándolo de que debían irse ya. En ese momento me cogió en sus brazos y me agarré con todas mis fuerzas, besándonos desesperadamente.


-“Está bien. Vete ya.“ - le dije llorando sin poder dejar de soltar su mano. Me dio un último beso en los labios y cogiendo sus cosas, salió por la puerta. Corrí hacia la ventana del salón, y lo vi salir del portal, metiendo sus cosas en el maletero y mirando hacia arriba, despidiéndose de mi con la mano por última vez. En ese momento comenzó a sonar por la tele “I already miss you“ de los Kooks, y mientras veía como el taxi arrancaba y se alejaba de nuestra casa, el dolor en el pecho aumentaba, incapaz de dejar de llorar. A los pocos minutos vibró mi móvil.


“Mira debajo de la cama. Bobby.“


Corrí hacia la habitación y me agaché, recogiendo una caja de zapatos que no había visto nunca. Nerviosa, me sequé las lágrimas y la abrí; un billete de avión, una dirección de hotel y un paquete envuelto en papel de seda rosa con un lazo blanco.


El billete de avión era para París, dentro de dos semanas.


La dirección de hotel era la de su hotel allí.


Y el paquete envuelto en papel de seda rosa era un precioso conjunto de lencería rojo, de encaje, de Victoria Secret. Debajo del paquete había una nota, escrita por él:


“Te quiero en la habitación de mi hotel, en dos semanas, con eso puesto, esperándome en la cama en cuanto llegue del concierto. Yo me encargo de quitártelo.“



En seguida cogí mi móvil y le mande un mensaje:


“Ten por seguro que allí estaré. Y espero que hagas bien tu trabajo, y no me refiero a los conciertos precisamente…“



Dejé el móvil sobre la cama, y me tiré encima. Y a pesar de sentir algo de felicidad, pensando que volveríamos a estar juntos tan pronto, no podía dejar de estar triste, sin poder dejar de repetir en mi cabeza la imagen de Bobby subiendo a ese taxi que se lo llevaba tan lejos de mí.




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Banda Sonora : Kasabian - Fire




Habían pasado tres días desde que Bobby se fue a Polonia, donde comenzaba su gira. Me llamaba por la mañana, después de comer, y cuando terminaba el concierto. Estaba contentísimo, ya que parecía que estaba siendo un éxito. En una ocasión, su manager me llamó en pleno concierto y pude escucharlo. Y yo estaba tan orgullosa de él que el corazón iba a explotarme.


Ese sábado, Stella me llamó para salir con ellos por la noche, al terminar en el pub. A pesar de estar un poco más animada, no tenía muchas ganas de fiesta y menos aún con sus amigos. Eso solo me haría recordar que Bobby no estaba aquí. Sobre las 11 de la noche, Sam y Stella me pasaron a recoger al pub, y después de despedirme de Jamie y de Louise, nos fuimos al Groucho. Allí estaba el resto del pack; Tom, Marcus, el hermano de Tom, Arthur y por supuesto, el señorito Pattinson, bebiendo a morro una cerveza, sin saludarme. Me miró de reojo y siguió a lo suyo, o sea, beber. A su lado estaba sentada una chica alta, rubia que estaba hablando con Tom. No la había visto nunca, y supuse que sería uno de los muchos ligues rubios de Tom, ya que este parecía totalmente entusiasmado. En cuanto se vio se levantó y vino a darme un abrazo.


“¡Lolita!“ - era al único que permitía que me llamara así. Ni siquiera a Bobby. -“¿Qué tal lo llevas?“


-“Bien, supongo“ - le dije encogiéndome de hombros. -“Ya veo que has vuelto a las andadas“ - le dije mirando en dirección a la rubia sospechosa.


-“¡¿Lizzy¿!“ - me preguntó sorprendido, a punto de explotar en risas. -“¿Estás de coñá? Sería la última tía que me tiraría.“


-“Pues… es guapa.“ - le dije yo, confundida. ¿Había metido la pata? Bueno, no era culpa mía. Tom se había tirado a todas las rubias de Londres, y no eran pocas, precisamente.


-“Mírala bien.“ - me dijo girándose para mirarla él también. Ahora estaba hablando con Rob, mientras le revolvía el pelo y este se enfadaba. -“Es como ver a Rob trasvestido.“


-“¿Qué?“


-“Joder, Lola. Lizzy es la hermana mayor de Rob,“


Tom estalló en risas en cuanto vio mi cara. Y lo cierto es que, una vez que me lo dijo, vi el gran parecido. Eran dos gotas de agua. Tom se acercó hasta ellos y me hizo el además de que lo acompañara.


-“Lizzy, esta es Lola, la novia de Bobby.“


Lizzy se levantó enseguida del sillón, con una gran sonrisa y me dio un par de besos. Miré de reojo a Robert, que estaba mirando la escena con cierta cara de asco.


-“¡Por fin! Me han hablado tanto de ti.“ - me dijo ella mientras miraba hacia Rob, que en seguida miró hacia otro lado, haciendo una mueca y poniendo los ojos en blanco. Gilipollas.


-“Lola se pensaba que estaba ligando contigo.“ - dijo Tom, como siempre, hablando de más.


-“No sería la primera vez.“ - dijo ella, haciendo que Tom se pusiera rojo. Era la primera vez que lo veía sonrojarse, e hizo que me riera a carcajadas por primera vez en días. -“Pero no se que yo que pensaría el pequeño Patty si te tuviese de cuñado.“


El pequeño Patty se levantó a pedir otra cerveza, pasando por detrás mía. En seguida su olor me invadió los sentidos. Lo seguí con la mirada mientras nos sentábamos en los sofás, y Stella se unió a Lizzy y a mí. La música dance retumbaba en mis oídos, pero aún así entablé una buena conversación con ellas, y lo cierto es que Lizzy me pareció una chica simpatiquísima. No como su hermano, que me dedicaba las miradas más odiosas que había experimentado nunca. En un momento dado, asegurándome de que nadie miraba, le dediqué un corte de mangas. En ese momento me levanté para ir a la barra, y él me siguió, quedándose de pie junto a mí, sin decir nada, tan solo mirándome con la mandíbula apretada.


-“¿Te ha llamado Bobby?“ - me preguntó con los dientes apretados. Y una punzada me atravesó el pecho. Ese día no me había llamado, pero no quise darle importancia, porque seguramente estaría ocupado.


-“No creo que te importe lo que haga o deje de hacer mi novio.“ - le dije recalcando el posesivo, solo para dejarle claro que no iba a conseguir nada.


-“Eso es un no, ¿me equivoco? Está muy claro.“


-“¿Qué?“ - le pregunté, estupefacta. Me estaba poniendo nerviosa. Él me ponía nerviosa, y su risa de prepotencia me estaba llenando el cuerpo de pura rabia.


-“¿No te parece raro que no lo haga? Quiero decir… cualquier músico que sale de gira… ya sabes, no suele acordarse de su novia.“ - me dijo mientras bebía un sorbo de su cerveza. Quise abofetearle la cara, darle un rodillazo en los huevos y pisarle la cabeza. Se estaba metiendo en un campo que no era el suyo. Y lo peor, es que me había metido un gol por toda la escuadra.


-“Eres un-“


-“Vamos, Lo… sabes perfectamente que seguramente ahora mismo, se esté cepillando a una polaca con las tetas más grandes que las tuyas.“


Sin poder decirle nada más, me di la vuelta, cegada por la ira. Me fui a la pista de baile, donde estaban Stella y Lizzy bailando y me bebí mi copa de vodka de golpe, esperando que el alcohol me subiera lo más rápido posible y olvidar lo que me acababa de decir. Era un cabrón, y no solo por decir lo que acababa de decir. Si no también por llamarme Lo. Solo Bobby me llamaba así, y lo sabía. Pero daba igual cuanto bebiera o cuanto bailara; sentía sus ojos clavados en mí todo el rato. Y cuando vi que se dirigía al baño, no aguanté más y lo seguí. Tenía que dejarle las cosas claras.


Me cerró la puerta en las narices, y la abrí de una patada en cuanto se metió en uno de los baños de hombres.


-“¿Qué coño haces aquí?“ - me preguntó mientras yo volví a cerrar la puerta. El baño era pequeño, muy pequeño y nuestros cuerpos estaban casi pegados. Tanto, que era imposible que él no sintiera la rabia palpitando por todas mis venas.


-“¿Vas a explicarme porqué eres así conmigo?“


-“Así, ¿cómo?“


-“Porque me miras mal, porque me odias, porque me dices esas cosas de Bobby cuando no son verdad“ - le dije mientras un par de lágrimas se deslizaban por mis mejillas.


-“Está bien. Te lo explicaré.“


Y en ese momento, Robert se inclinó hacía mi, haciendo que mi espalda chocara contra la fría pared, y poniendo sus manos a ambos lados de mi cara, apoyándose en los azulejos, chocó sus labios contra los míos.


Los apreté con fuerza. No quería que mi cuerpo me venciera una vez más. Robert abrió delicadamente su boca, esperando que yo hiciera lo mismo, pero me negué. Escuché como salía un gruñido de su pecho, enfadado, y colocó una de sus manos en mi culo, apretándolo con fuerza y haciendo que yo gimiera, no sabía si de rabia o de placer. Con la otra sujetó mi cabeza y la inclinó, esperando poder profundizar el beso. Entonces sentí como su lengua acariciaba mis labios y no pude más. Abrí la boca y dejé que mi lengua entrara en su boca, saboreando cada rincón.


Era frenético, fiero. Era puro sexo. Mis manos agarraron a su pelo, su Sex Hair con el que tantas noches había soñado y tiré de el con fuerza, haciendo que volviera a gruñir en el interior de mi boca. Ese sonido me atravesó la garganta e hizo que mi cuerpo temblara. Y en ese momento no existía nada más en el mundo. La música retumbaba en el cuarto de baño y podía escuchar la puerta de afuera abrirse y cerrarse. Pero nosotros no podíamos parar. Sus caderas se pegaron a las mías y noté como el bulto de su entrepierna se clavaba en mi pelvis. De repente, Robert se separó, cogiendo aire de golpe.


-“¿Te ha quedado claro?“


Asentí con la cabeza mientras me limpiaba la boca con la boca, y él hacía lo mismo. Salí de allí casi corriendo, y despidiéndome de los demás, salí a la calle, cogí un taxi y volví a casa, derrumbándome sobre el sofá.


No podía dormir en esa cama.



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¡Poooobre Lola! Pero bueno... ¿Quién se negaría a un beso de Rob? ¡Yo no! Espero que os haya gustado ;)