Un fanfic sobre Robert Pattinson y Bobby Long

martes, 9 de marzo de 2010

10 <-> Solo una vez más


Banda Sonora <-> Simple Minds : Don't you (Forget about me)




En cuanto el sonó el teléfono, el sentimiento de culpabilidad me golpeó con tanta fuerza que pensé que me tiraba al suelo. Esa punzada en mi pecho fue lo que me devolvió a la realidad, sacándome obligatoriamente del sueño que acababa de vivir. Cogí el móvil, y descolgué, tragando saliva con fuerza y aclarándome la garganta.

-“¿Sí?“

-“Buenas noches, baby.“ - El simple sonido de su voz, diciendo unas palabras tan simples, sacudieron mi estómago, haciendo que vibrara todo mi cuerpo. - “Te he llamado varias veces, ¿estabas durmiendo?“

-“No… que va. Estaba… viendo una película.“

-¿Cuál?“

El pequeño Patty y el polvo filosofal.

-“Pues… El Exorcista.“ - le dije cogiendo la carátula de dvd que había sobre la mesa. Ni siquiera recordaba que película habíamos estado viendo.

-“¿El Exorcista?“ - me preguntó extrañado. Podía imaginarme su cara de interrogación. - “Si esa película nunca quieres verla conmigo porque te da miedo, ¿y ahora la ves sola?“ - No pude decir nada. No tenía una respuesta engañosa para esa pregunta, cualquier excusa sonaría a… excusa. - “¿Lola?“

-“Sigo aquí. Es solo que… “ - en ese momento, comencé a llorar de rabia, pena, tristeza e impotencia, por no saber parar a tiempo. Por dejarme llevar por un estúpido amor platónico, y porque no podía mentirle a Bobby. - “… no se vivir sin ti. No soy capaz de hacer nada bien. Tengo que estar contigo, Bob.“

-“Hey, hey… ¿qué estás diciendo? ¿Qué te ha pasado?“

-“Tengo que irme de aquí. Necesito…. necesito irme de Londres, irme contigo Bobby. ¿Dónde estás?“

-“Oye Lo, me estás preocupando. ¿Quieres decirme que coño ha pasado?“

Este era el momento. Si fuese una persona cuerda y con los pies en la tierra, una persona decente, sincera y entera, este sería el momento en que debía sincerarme con mi novio, contarle la verdad aunque doliera. Pero yo no era así. Para mi propia desgracia, era egoísta, mentirosa y bastante… ¿zorra?

-“Es que….“ - me planteé por unos segundos decirle la verdad, pero una vez más, el demonio de mi hombro izquierdo me lo impidió. -“… Londres está vacío sin ti.“

Escuché como suspiraba profundamente, pareciendo aliviado al escucharme mi estúpida respuesta, para después escuchar su risa alegre. Hablamos durante casi una hora, de sus conciertos, de mi trabajo, del presente y del futuro. Me prometió llevarme de viaje por Europa en mis vacaciones, y yo iba a llevarlo a Madrid para enseñarle donde había crecido. Me contó que le había hablado a sus padres de mí, y que cuando volviera, iba a llevarme a su pueblo natal para que los conociese.

Y después de hacer todo esos planes, supe que, definitivamente, iba a olvidarme de Robert. Bobby iba a dármelo todo, todo aquello que yo deseaba y más. ¿Y Robert? Rob no podría darme nada de eso, ya que su “caótica vida“ le impedía vivir de manera normal. Y yo, lo que más necesitaba ahora mismo, era tranquilidad y estabilidad en mi vida.

Me pasé el resto del día limpiando y ordenando. Desordenaba, cambiaba las cosas de sitio, para volver a tener que ordenarlas otra vez. Cualquier cosa que mantuviera mi mente ocupada. Pero era inútil; la imagen de Robert, semi desnudo, golpeando sus caderas contra mí, seguía estática en mi cabeza. Incluso podía seguir oliendo su colonia en el cuello de mi camiseta; me había negado a quitármela para dormir. Me tiré en el sofá, exhausta y cansada de tanta limpieza, y me subí la camiseta, cubriéndome la nariz, cerrando los ojos y aspirando el encantador aroma del pequeño Patty.

Si podía considerar que Robert tuviese algo “pequeño“…

Y cuando pensaba que no podía caer más bajo ni volverme más loca, mi móvil vibró, haciendo que la mesa de cristal donde estaba chirriara estrepitosamente. Saliendo de mi estúpido trance oloroso, me incorporé sobresaltada y agarré el teléfono, frunciendo el ceño al ver el número desconocido que me estaba llamando.

Que no sea él, que no sea él, que no sea él...

-“¿Diga?“ - respondí en español. Una estupidez por mi parte, teniendo en cuenta que el número era de Inglaterra, pero los nervios me jugaron una mala pasada.

-“Sí.. mmm… ¿Lola?“ - preguntó la voz masculina y algo ronca al otro lado del aparato.

-“¡Oh! Perdona. Sí, soy Lola. ¿Quién eres?“ - respondí ahora en inglés. Gracias a dios que todavía mantenía una neurona viva en mi cerebro.

-“Me gusta cuando hablas español“ - Mierda… era él. Era Robert, con su perfecta voz masculina, ronca, como si acabase de dar un concierto de rock. Me quedé sin habla durante unos segundos que parecieron eras del Mesozoico, sin saber que responder a eso. Aunque lo cierto es que nunca sabía que responder cuando se ponía en su plan de…¿ligoteo? - “Lola, se que estás ahí. Te oigo respirar.“ - terminó la frase con un suspiro que podría bajarle las bragas hasta a la Reina.

-“Pensé que eras otra persona“ - le dije sin mucho entusiasmo, todavía pensando en el suspiro que acababa de escuchar.

-“Eso no me deja en buen lugar“ - respondió entre risas, y pude imaginarme perfectamente su cara mientras lo hacía. Se me aceleró el corazón solo de pensarlo.

-“¿Querías algo?“ - le pregunté con aire desinteresado, cuando en el fondo me estaba muriendo de ganas de que me dijera el porqué de su llamada. Fuera bueno o malo.

-“La verdad es que… sí. Quería proponerte algo.“

-“¿Por qué?“ - le pregunté después de tragar saliva con tanta fuerza que podía haberme quedado sin garganta.

-“Porque quiero hacer las paces contigo.“ - me respondió sin más. Escuché su respiración al otro lado del teléfono, y como jugueteaba con algo con sus manos, mientras el silencio invadía el espacio ficticio entre nosotros.

-“Que yo sepa no nos hemos peleado…“

-“No, todavía no. Pero los dos sabemos que esto podría terminar mal si no paramos a tiempo, ¿no crees?“

-“Sí, sí, claro…“ - le dije mientras asentía rápidamente con la cabeza, como si lo tuviese delante. Y cuando pensaba que mi corazón no podía latir más deprisa, escuché un pequeño gruñido por su parte, y pensé que me saldría del pecho.

-“Entonces, ¿a las 7 en tu portal?“

-“Pero… ¿cómo haremos? Quiero decir, tienes un séquito siempre pendiente de ti, y no creo que sea buena idea que te vean con… otra.“ - le dije, terminando la frase con un hilo de voz.

-“Esperaré metido en el taxi. Tú solo preocúpate de ser puntual. Y ponte guapa; voy a llevarte a un sitio indecentemente caro.“

Se despidió de mí y sin apenas poder hacerlo yo, colgué el teléfono. Me tumbé de nuevo en el sofá, frotándome la cara mientras intentaba asimilarlo. Vale, me había acostado con él, lo habíamos hecho con dos animales, pero cenar… era algo más intimo. Era algo propio de una pareja, o de amigos muy amigos. Ni siquiera Bobby y yo solíamos salir a cenar. Se que debería haberme negado, ponerle una excusa y salir pitando al aeropuerto, coger un avión y volver con Bobby. Pero era incapaz de negarle nada a Rob. Esa fuerza que siempre me atraía hacia él era incluso más fuerte cuando estábamos a distancia. Era como… si lo echara de menos.

Después de ducharme, rebusqué en mi armario algo que estuviera a la altura de cualquier restaurante caro y con caché. Por suerte acababa de comprarme un vestido marfil, palabra de honor con volantes. Decidí ponérmelo con unas gladiadores a juego con el cinturón y el bolso, y maquillaje en tonos chocolate. Me dejé el pelo suelto y ondulado. Menos mal que volvía a ser castaña.

Mientras me miraba en el espejo me acordé de que ese vestido lo había comprado especialmente para París, para mi reencuentro con Bobby. No quería “desvirgarlo“ de esa manera. Pero ya era tarde para cambiarme, pues la llamada perdida de Robert, indicándome de que ya estaba abajo con el taxi, retumbó en la silenciosa habitación. Cogí mi bolso y salí por la puerta, respirando hondamente y tratando de relajarme.

Una copita de vino te hubiese venido muy bien…

¡No! Nada de alcohol esta noche. Eso solo haría peligrar mi plan de no volver a caer en las redes del pequeño Patty.


Quizás debería dejar de llamarlo así…


Quizás deberías dejar de verlo, directamente.


Quizás debería empezar a hacerte caso, estúpido subconsciente.


Tu subconsciente está tan loco por ese tío como tu ¿corazón?


Mi corazón no tiene nada que ver con esto, gracias.


Las puertas del ascensor se abrieron y dejé de comportarme como una loca. Me miré por última vez en el espejo y salí a la calle, dirigiéndome hacia el único taxi allí aparcado, cuando la puerta trasera se abrió. Me subí casi sin pensar que quizás me estaba confundiendo de taxi, y entonces, después de cerrar la puerta, escuché un silbido. Sí, aunque pareciera mentira, era de los que silbaban.

-“¿Dónde has dejado tu famosa educación británica?“ - le pregunté mientras me arreglaba el vestido, alisándolo con la mano. Al no obtener ninguna de sus ingeniosas respuestas levanté la cabeza, buscándolo con la mirada. Y casi me quedo sin respiración cuando lo vi:

Pantalón gris de traje, camisa blanca y una chaqueta a juego sobre su regazo.

Como nunca me lo hubiese imaginado: peinado, hacia abajo. Ni rastro del sex hair, pero casi sentí que mi mano cobraba vida propia y se dirigía a aquella obra de arte, para pasar los dedos entre sus mechones.

Tal y como había hecho 24 horas antes...

Su mirada, posada en mis muslos, cambió hacia mis ojos, clavando esos ojos azul intenso en los míos, haciendo que me mareara. No nos dijimos nada durante unos segundos que parecieron años, mientras su boca se torcía y se transformaba en su infame sonrisa que podía revivir a los muertos. Era como una inyección de alegría en vena.


-“¿Te has afeitado?“ - le pregunté todavía en mi trance, observando su piel totalmente lisa y suave.

-“Sí, ¿y tú?“ - me preguntó con una falsa seriedad. Se estaba aguantando la risa, y en cuanto vio que yo explotaba en risas, se unió a las mías. Éramos dos tontos en un taxi. Se frotó la cara con su mano mientras nos calmábamos y miró por la ventana, y aproveché la ocasión para echarle otro vistazo a su traje, perfecto e impoluto, como los que llevaba a las premieres. Seguramente este sería uno de ellos. Me hice una nota mental para buscar ese traje entre mis miles de fotos que tenía guardadas en mi portátil.

Unos largos minutos más tarde llegamos al East End, parando delante de unos de los restaurantes más de moda en la ciudad, el Vanilla London. Casi corriendo y con la cabeza agachada, Robert entró en el restaurante después de mí. Era un sitio increíble, decorado a la última moda y con una tenue luz violeta, que le daba un ambiente más íntimo. Un camarero nos llevó hasta nuestra mesa, en un apartado un poco menos iluminado y nos entregó los menús.

-“¿Vino?“ - me preguntó levantando la mirada ligeramente de la carta, elevando las cejas, con la sonrisa más pícara que había visto.

-“No, gracias. Esta noche beberé agua.“ - le respondí sin mirarlo. No podía beber vino. No esta noche.

-“Venga, Lo. No me gusta beber solo. Y a ti el vino te encanta.“

-“No se de donde has sacado eso.“ - dije haciéndome la interesante y volviendo la mirada a menú.

-“Voy a tener que recordarte lo de anoche.“ - me dijo mordiéndose el labio. Me puse tan roja que pensaba que me estallarían las mejillas. Fruncí el ceño y negué con la cabeza, recordando al mismo tiempo lo bien que sentaba acariciar su torso desnudo. -“Entonces, ¿vino? Prometo mantener las manos quietas esta noche. ¿Trato hecho?“

-“No.“ - respondí levantando el menú, y ocultando mi cara con el. Si seguía mirándome de esa manera, no iba a necesitar el vino para lanzarme sobre él.

-“¿No? ¿Por qué?“

-“Porque no me fío de ti.“

-“Yo diría que no te fías de ti misma.“

Cerré el menú y lo dejé en la mesa, y justo cuando iba a responderle, el camarero volvió para tomar notar. Pedí el plato más caro de la carta, casi sin saber lo que era. Él podía permitírselo, y quizás le serviría de lección para no ser tan pretencioso la próxima vez. Sonreí orgullosa después de devolver la carta al camarero y me crucé de brazos sobre la mesa, esperando a que él moviera ficha.

-“¿Cómo está Bobby?“ - me preguntó finalmente, dándome donde más dolía. Esta iba a ser una partida difícil de ganar.

-“Genial. Gracias por preguntar.“ - esperé a que el camarero nos sirviera el vino para continuar. Después de darle un sorbo a mi copa, continué. -“Nos veremos en un par de semanas.“

-“Así que ya termina la gira…“

-“No, no. Iré yo a París.“

Rob agarró su copa y miró a su plato, pensativo y borrando la sonrisa cínica de su cara. Pasó el dedo por el cristal, acariciándolo, mientras parecía que se debatía por dentro.

-“Yo me voy mañana.“ - dijo finalmente, levantando la cabeza y clavando sus ojos en los míos. Y no sabía si era por como me había mirado o por la noticia en sí, pero de repente sentí que la pena se anclaba en mi pecho. Y sabía perfectamente porqué. No quería admitirlo, y nunca lo haría, pero la simple idea de Robert alejado de Londres, junto a Kristen otra vez, era suficiente para hacer que cayera en una depresión. -“Tengo que volver a Los Angeles y además-“

-“Está bien.“ - le dije, cortándolo y asintiendo con la cabeza. -“No tienes que explicarme nada.“

-“Lo se, pero no quería que pensaras que soy un cabrón, cuando hubiese desaparecido mañana.“

-“Pues ahora ya lo se. No tienes que preocuparte por eso.“

-“Lola..“ - dijo mientras estiraba el brazo para alcanzar mi mano. Pero antes de que pudiera rozarme, el camarero llegó con nuestros platos. El olor de la langosta a la plancha entró por mi garganta, haciendo que se me revolviera el estómago. En cualquier otro momento hubiese devorado ese manjar, pero el hambre había desaparecido en cuanto Robert me dijo que volvía a América. Comenzamos a comer sin apenas hablar, y tuve que hacer verdaderos esfuerzos para tragar la comida. Y parecía que a Robert le pasaba lo mismo con su filete.

La tensión se podía cortar con un cuchillo, pero yo no era capaz de decir algo para aliviarla. De vez en cuando levantaba la mirada para verlo, y entonces él hacía lo mismo y nos mirábamos a los ojos, y me dedicaba una sonrisa triste, de medio lado, como si no tuviera ganas de hacerlo pero se sintiera obligado a hacerme sentir mejor. De repente, y como una respuesta divina, su móvil comenzó a sonar. Lo sacó de su pantalón y presionó una tecla, silenciándolo al instante y dejándolo sobre la mesa.

-“Es Kristen.“ - me dijo antes de volver a coger el tenedor y seguir comiendo.

-“Puedes cogerle.“

-“Las cosas no nos van bien desde hace tiempo, y no creo que este sea un buen momento ni el lugar adecuado para ponerme a discutir con ella.“ - respondió con semblante serio y apretando uno de sus puños.

-“Vaya, lo siento.“ - le dije sin sentir absolutamente nada. -“Si quieres hablar sobre ello conmigo. Ya sabes, soy una chica. Podría introducirte en el mundo de la enrevesada mente femenina.“

-“Lo cierto es que.. sería aliviador“ - me dijo agachando un poco la cabeza y mirándome, como si casi sintiera vergüenza por pedírmelo. Esta sería una buena manera de evitar caer en la tentación; hablar de su novia.

-“Bien. Entonces… ¿qué es lo crees que ha pasado? Para que las cosas no vayan bien, quiero decir.“

“Por donde podría empezar…“ - dijo mientras se revolvía incómodo en su silla. Apretó la mandíbula con fuerza y paseó los ojos por toda la sala, intentando buscar una respuesta. -“La verdad es que ni yo mismo lo se.“

-“¿Presión, quizás?“ - le pregunté tratando de ayudarlo. Soltó una risa irónica antes de servir más vino en nuestras copas. No me había dado de que era la segunda botella, y ya se había terminado. Y el vino comenzaba a hacer mella en mi cerebro; quería tirarme encima de él.

-“Eso era antes. Pero incluso con la presión de medio mundo especulando sobre nosotros la cosa era mucho mejor.“

-“Quizás el problema fue hacerlo público.“

-“¿Tú crees?“ - me preguntó mientras se echaba hacia adelante y cruzaba los brazos sobre la mesa. Pero no era una pregunta irónica. Parecía que realmente no se había dado cuenta.

-“Bueno, es una suposición. Quizás salir de esa dinámica fue el error.“

-“La verdad es que no me había parado a pensar en eso. Siempre pensé que nuestros trabajos y la distancia eran los culpables.“

-“No creo que la distancia tenga que ver. Cuando dos personas se quieren de verdad, no importan los kilómetros que los separen.“

-“¿Hablas por experiencia?“ - me preguntó dulcemente mientras sonreía, y el alcohol del vino seguía subiendo a mi cabeza. Asentí lentamente, volviendo a mirarlo a los ojos.

-“Bueno, no es el mismo caso, pero sí. Por suerte la tecnología acorta distancias.“

Robert apoyó la cabeza en su brazo y alargó el otro, alcanzado mi mano y acariciándolo suavemente con su dedo pulgar. Cada vello de mi cuerpo se erizó al instante, sintiendo de nuevo la fuerza que ejercía sobre mí. No pude evitar cerrar los ojos mientras sentía el contacto de su piel, cálida y suave, sobre la mía. Sin duda me lo estaba poniendo difícil, pero no iba a dejar que ganar. Al menos, por ahora.

Como si me hubiese leído la mente, soltó mi mano y se levantó, poniéndose de nuevo su chaqueta y sacando la cartera del bolsillo interior de la misma. Después de pagar, salimos a la calle, pero no nos metimos en ningún taxi, escondidos, ni vinos a recogernos ningún coche con las lunas tintadas. Caminos sin rumbo fijo durante un buen rato. O mejor dicho, Robert andaba, con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada, y yo lo seguía, mirándolo, intentado descifrar en qué estaba pensando. Parecía preocupado, triste, enfadado, confuso… Exactamente lo que sentía yo.

Nos estábamos alejando de mi calle cuando comenzó a llover inesperadamente. Muy típico de Londres. Y de las películas románticas. La lluvia comenzó a pintar pequeñas motas oscuras sobre el gris del traje de Robert, pero no cambió de postura. Ni de rumbo. Ni aceleró el paso. Siguió caminando con el mismo semblante por las ahora casi vacías calles de la ciudad, sin decir una sola palabra. Era una escena perfecta, una imagen que iba a tardar en olvidar, pero mi vestido comenzaba a hacerse transparente, estaba empapada y además, no me apetecía seguir andando al lado de alguien que no hablaba.

“Rob…“ - le dije mientras girábamos otra calle en silencio. Pero no obtuve respuesta, ni siquiera giró la cabeza para mirarme. Seguía con la mirada clavada en el suelo, como si estuviese contando sus pasos. Decidí intentarlo de nuevo. -“Robert…“ - le dije más alto.

Pero Robert actuaba como si no yo existiera. Aceleró el paso, dejándome atrás, incapaz de seguir su ritmo si no era corriendo. Y así lo hice. Corrí hacia él, pisando charcos y empapando mis pies y mis sandalias nuevas. Finalmente lo alcancé y le agarré el brazo, haciendo que se detuviera en el acto.

-“¡¿Podrías parar un momento?¡“ - le dije casi gritando mientras seguía apretando con fuerza su brazo y con la otra mano me colocaba la sandalia de mi pie derecho. Robert continuaba en la misma postura; manos en los bolsillos, mirando al infinito y sin girarse, dándome la espalda. -“¿Se puede saber que demonios te pasa?“

-“Intento protegerte.“ - me respondió después de unos segundos agonizantes, tan solo escuchando el ruido de la lluvia cayendo sobre el pavimento, y las ruedas de los coches deslizándose sobre la encharcada carretera. Levanté la cabeza para mirarlo, pestañeando repetidas veces para evitar que el agua entrara en mis ojos.

-“¡¿Qué?! ¿De qué me estás hablando? Oye, estamos empapados y-“ - apenas pude terminar de hablar cuando Robert me cortó.

-“Lo que intento decirte es que no puedo pasarme ni quince jodidos minutos contigo sin poder reprimirme.“ - me espetó de repente. Mi mente no pude reaccionar ante eso. Se giró lentamente para mirarme; las gotas caían por su cara, y tenía el pelo completamente mojado. Su traje ahora era gris oscuro, casi negro, y la camisa estaba tan mojada que era ya transparente. Podía ver cada centímetro de su húmeda piel a través de la tela. -“Deberías volver a casa.“

-“No puedo volver a casa, ni siquiera se que en calle estoy.“ - le dije, reflejando en mi voz el pánico que empezaba a sentir al saber que nunca más volvería a besarlo.

-“No importa. Te pediré un taxi.“ - en ese momento, se aproximó al bordillo de la acera y levantó el brazo. Mi estómago se encogió de nuevo, y casi sin pensarlo, alcancé su brazo levantado y con todas mis fuerzas se lo bajé, haciendo que el taxi que iba a pararse para nosotros siguiera de largo, dedicándonos toda clase de improperios. -“¡¿Pero qué coño haces?!“

-“No puedo irme a casa. No sin ti.“

Apreté con más fuerza mi mano sobre su brazo, sintiendo el agua fría calada en el traje. Agaché la cabeza y la sacudí, negándome a volver sola a casa. Sin él.

-“Lo, no me lo pongas más difícil, porque una vez que empiece, no podré parar.“

-“Lo se. Es exactamente lo que quiero; que no pares.“

Estábamos en medio de una calle poco transitada para nuestra suerte. Apretó su cuerpo contra el mío y empujándome ligeramente, nos introducimos en un callejón apenas iluminado. Yo caminaba hacia atrás, guiándome por él, mientras no dejaba de mirar su boca, entre abierta mientras las gotas de la lluvia se colaban en ella. Mi espalda chocó contra la pared del callejón. Estaba a oscuras, tan solo iluminado ligeramente por la débil luz de la única farola, que parpadeaba. Sujetó mi cara entre sus manos, acariciándola con sus pulgares mientras nos mirábamos fijamente. Los dos sabíamos que esto estaba mal. No, no estaba mal. Estaba fatal.

-“Solo una vez más…“ - dijo Robert mientras aproximaba su boca a la mía, pegando su cuerpo mojado contra el mío. -“Te voy a echar tanto de menos.“

Esa frase encogió mi corazón. Acababa de decir las palabras que tanto retumbaban en mi cabeza y no era capaz de decir. Agarré su camisa y lo atraje finalmente hasta mi boca, enroscando mi lengua con la suya, saboreando su esencia, dulce y amarga a la vez. Ahora ya no escucha el ruido del agua, ni los coches; el único sonido que se colaba a través de mis oídos era el de su respiración, acelerada. Sus manos se fueron directas a mi cintura, ejerciendo presión con sus dedos mientras nuestras caderas se acoplaban a la perfección. Iba a hacérmelo aquí mismo, y no me importaba. No podía haber otro lugar mejor para un polvo de despedida. Seguramente si nos hubiéramos ido a mi casa hubiese sido más difícil despedirme de él.

Se separó de mi boca, jadeando y con sus manos todavía en mi cintura, me giró rápidamente, colocando mis manos sobre la pared y acariciando mi cuello con su nariz.

-“Espero que no te importe que hoy sea un poco brusco.“ - me susurró en mi oído, haciendo que las palpitaciones de mi cuerpo se incrementaran. Intenté mover una mano para agarrar su pelo, pero sus manos agarraban mis muñecas a modo de esposas con tanta fuerza que casi dolía.

-“No me importa. En absoluto.“ - le respondí casi sin aire.

Comenzó entonces a mordisquear mi oreja, mi cuello y la piel de mi hombro derecha, mientras se apretaba más a mí. Noté su paquete clavándose contra mi culo, y eso solo hizo que deseara más que entrara en mí cuanto antes. Sacó una mano de la pared y la deslizó por debajo de mi vestido, apartando hacia un lado mis bragas.

-“Debiste haber dejado esto en casa.“

Bajé la cabeza, cerrando los ojos mientras sentía sus dedos fríos acariciar mi entrepierna. Dio un par de pasos hacia atrás y agarrando mi cadera me atrajo hacia él. Estiré los brazos y apoyé las palmas de mis manos sobre la pared, y en ese momento, sentí como empujaba en mi interior, lentamente primero, y con más fuerza después. Levantó la falda de mi vestido, dejando la parte de atrás de mis bragas a la vista. Pero por poco tiempo. Acarició la tela delicadamente con sus dedos mientras seguía embistiendo y la bajó, dejando mi culo al aire. Mi corazón se detuvo cuando comenzó a acariciar en círculos esa parte tan “prohibida“, y a medida que lo hacía, incrementó la velocidad. ¿No estaría pensando en…? A pesar de ser muy reacia a ese tipo de sexo, lo cierto es que esa noche, se lo daría todo. Todo lo que quisiese hacer, estaría dispuesta a probarlo. La sola idea de probar “eso“ por primera vez con Robert, me llevó al clímax más increíble de mi vida. Robert puso su mano debajo de mi barbilla, elevando mi cabeza y haciendo que me pusiera totalmente en vertical, pegando mi espalda a su pecho.

-“¿Has probado a hacerlo por ahí alguna vez?“ - me preguntó mientras acariciaba “esa“ entrada con la punta de su miembro. Me estremecí por completo; por la pregunta, por la idea de hacerlo, por el roce de esa piel tan suave, y por la lluvia mojando mi culo. Robert se dio cuenta, y besó mi mejilla. “¿Quieres probar? No te preocupes, no te haré daño.“

Mi única respuesta ante eso, fue un jadeo. Robert gruñó y bajó mis bragas, deslizándolas por mis piernas. Besó mi espalda y mi nuca y acarició gentilmente mi espalda, cerciorándose de que no estaba nerviosa. Sentí la punta entrado lentamente y respiré hondo. Robert hizo lo mismo y con mucha delicadeza, se introdujo un poco más. No sería capaz de describir lo que sentí en ese momento, pero el placer fue tan grande que tuve que ponerme la mano en la boca para reprimir los gritos. Con una mano en mi cadera y la otra en mi clítoris, acariciándolo frenéticamente, Robert incrementó la velocidad, preguntándome de vez en cuando si me encontraba bien. Yo solo podía contestar con un movimiento de cabeza. La fricción de su mano y la placentera presión que sentía cuando entraba y salía fueron suficientes para llegar al orgasmo. El oscuro callejón se llenó de gemidos, jadeos y el nombre de Robert saliendo a borbotones de mi boca. Unos pocos segundos después, Robert se retiró, derramándose sobre mi piel desnuda.

En cuanto la compostura volvió a mí, me subí de nuevo las bragas, mientras Robert se apoyaba en la pared y sacaba un cigarro, mirándome fijamente. Y todo el subidón de hacía unos minutos, desapareció de mi cuerpo, dejándome más triste si cabía.

-“Ven aquí.“ - me dijo Rob, estirando el brazo para que cogiera su mano. La agarré con fuerza y me atrajo a él, rodeando mi cintura con su brazo sin soltar nuestras manos. -“Ha sido el mejor sexo de mi vida.“

-“Ya… eso se lo dices a todas.“ - le respondí sonriendo contra su pecho. Su risa retumbó en su cuerpo, mientras echaba todo el humo del cigarro de golpe.

-“No, créeme. Nunca lo había hecho de esta manera.“ - separé la cabeza de su pecho y miré hacia arriba, con los ojos abiertos de par en par, incrédula. -“En serio. No es muy normal hacerlo en plena calle, con la lluvia.“

-“Ah… a eso te referías.“ - le respondí volviendo a apoyar la cabeza en su pecho.

-“No, Lola. No me refería a eso.“ - contestó riendo y guiñando un ojo.

Nos quedamos abrazados hasta que terminó su cigarro, y en cuanto lo apagó en el suelo, lo maldije de todas las maneras posibles. Ese cigarro era nuestro reloj de arena particular; en cuanto se apagara, había que volver a la realidad.

-“Ojalá fumaras más despacio.“

-“Puedo encenderme otro.“

-“No se puede jugar con el tiempo. Siempre ha salido mal.“ - le dije tratando de hacer un chiste. Pero la situación no tenía ni pizca de gracia. Dibujó una sonrisa triste y soltó mi mano, metiendo las manos en los bolsillos y balanceándose sobre sus pies.

-“Bien…“ - dijo después de un largo silencio, uno enfrente del otro, mirando el suelo sin saber que decir. -“Deberíamos irnos ahora que la lluvia nos da una tregua.“

“Claro.“ - respondí con un hilo de voz mirando fijamente la farola que parpadeaba sin parar. Dio un paso hacia adelante y acarició mi mejilla con su pulgar y suspiró lentamente.

-“Mírame.“ - me dijo, girando mi cara ligeramente. Lo miré a los ojos, mientras intentaba evitar que las lágrimas abandonaran mis ojos. No quería llorar, no delante de él. Ya tendría toda la vida para hacerlo. -“Prométeme que no dejarás que esto te afecte.“

-“No puedo prometerte eso. Te mentiría.“

-“Pues miénteme.“ - me dijo casi rogando, sujetando mi cara entre sus manos. Podía ver la rabia reflejada en su voz y en sus ojos.

-“Es que no puedo, Rob.“

-“Miénteme, Lola. Dime que para ti solo ha sido tu noche con Edward Cullen.“ - me dijo pegando su frente a la mía. Mi estómago se encogió ante esas palabras. Abrí los ojos, mirando su boca, apretada con fuerza mientras tragaba saliva con fuerza. Esto estaba siendo una despedida con drama incluido.

-“¿Qué estás diciendo?“

-“No puedo irme pensando que para ti ha sido algo más que eso. Miénteme, Lola. Por favor.“

Traté de zafarme de él, pero me ahora me abrazaba con tanta fuerza que era imposible soltarme. Y además, no quería soltarme. Ese era mi sitio, mi lugar, mi hueco, mi fortaleza personal. Podría soportar una guerra nuclear si Rob me abrazara de esa manera. Me parecía una situación surreal, sobre todo después de haber hecho lo que habíamos hecho. ¿Desde cuando el sexo salvaje al aire libre era el anticipo de una despedida semi romántica?

-“Lo mejor es que nos vayamos ya.“ - le dije finalmente, mientras las palabras se escapaban de mi boca. La garganta me dolía después de haber dicho eso. Nunca antes mi cerebro me había traicionado de esa manera. Robert me soltó y nos miramos a la cara mientras la lluvia comenzaba a caer de nuevo. Se inclinó y me besó dulcemente en los labios, agarrándolos entre los suyos y pasando su lengua lentamente sobre ellos.

-“De esta manera no voy a poder olvidarme de ti.“ - me dijo, partiéndome el corazón en mil pedazos. Comenzó a caminar delante de mí y lo seguí hasta la acera. Tres minutos después, un taxi se aproximó y levanté el brazo para pararlo. Robert abrió la puerta y antes de entrar, me retiró un mechón de pelo de la frente, colocándolo detrás de la oreja. -“Cuídate.“

-“Lo mismo digo. Adiós, Robert.“

Con un leve asentimiento de cabeza, cerró la puerta después de que yo subiera y puso su mano en el cristal. Lo miré por última vez y sonreí sin quererlo. El taxi arrancó, llevándome de nuevo a casa y yo rompí a llorar, en cuanto giré la cabeza y vi por el cristal de atrás su silueta desapareciendo. Saqué el móvil de mi bolso empapado y esperé un mensaje de Rob, cualquier cosa que me dijera haría menos dolorosa la agonía. Entré en casa con la mirada fijada en la pantalla del teléfono, pero no recibí nada. Y nunca lo recibí.



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Dos semanas después yo seguía con mi particular depresión “post-Rob“. Mis días eran completamente monótonos; me despertaba tarde, hablaba con Bobby, iba a trabajar, volvía a casa, y otra vez vuelta a empezar. No quería mirar la televisión por si él aparecía. No leía revistas por si lo veía en ellas. No navegaba por Internet por miedo a caer en la tentación y hundirme aún más en el pozo negro. Intentaba pasar el menor tiempo posible con Tom, Stella o Sam para evitar que hablaran de él. Respondía con monosílabos cuando me hablaban, y por suerte o por desgracia, la gente pensaba que era porque echaba de menos a Bobby.

Y lo cierto es que, de alguna manera, claro que lo echaba de menos. Pero no era lo mismo; Robert me había dejado un agujero en el corazón que jamás iba a curarse.

Era un viernes por la tarde cuando el taxi me llevó hasta Heathrow para coger un vuelo directo a Paris. Sabía que la cura para mi hundimiento emocional era Bobby, de todas las maneras egoístas posibles. Iba a ser un fin de semana de terapia, ponerme a prueba a mi misma y averiguar si realmente todo lo que necesitaba era estar con Bobby, y comprobar si era capaz de una vez por todas de olvidarme de Robert.

El vuelo me sirvió para crearme un guión mental. Dejaba atrás Londres y cualquier recuerdo de mi breve “romance“ con él. Aunque ya había comenzado dos días después de que se fuera a América; había tirado a la basura el vestido que llevaba ese día porque todavía olía a él y sabía que siempre que me lo pusiera, lo recordaría. Y tenerlo colgado en el armario tampoco iba a ayudarme. También tiré la ropa interior e incluso rechacé volver a usar mi perfume. Y me hubiera arrancado la piel a tiras si eso fuese posible.

Cogí un taxi nada más recoger mi equipaje y le di la dirección del hotel al taxista. Me invadió la emoción en cuanto el coche entró en la ciudad y pude ver por primera vez en directo, la belleza de París. Los edificios, la gente, la increíble luz natural de la ciudad. No era comparable a ninguna otra. Y por primera vez en dos semanas sonreí al saber que en unas horas, Bobby y yo recorreríamos sus calles cogidos de la mano. Ese pensamiento fue bastante aliviador.

Llegué al hotel y después de darle mi nombre al recepcionista, subí a la habitación. No era una suite, pero era la habitación de hotel más preciosa que había visto nunca. Y me refiero a películas, ya que era la primera vez que estaba en un hotel. Dejé la maleta en la entrada y me dirigí a la cama, donde había una nota de Bobby:

“Tengo ensayo hasta las 9. Ponte cómoda, y coge lo que quieras del mini bar. Phil invita. Te quiero. “


Dejé la nota sobre la mesilla de noche y recorrí la pequeña habitación, observando cada detalle. Abrí el mini bar y cogí una coca cola. Necesitaba beber algo frío. Después de beber un gran sorbo me quité los zapatos y me tiré sobre la cama, pensando que hacer hasta esa hora. Todavía me quedaban tres horas por delante. Podía salir a dar una vuelta por la ciudad, pero quería que esa primera vez fuera con Bobby.

Ya que tu “otra primera vez“ no fue con él, que mejor que inventarte una, ¿no?

Mi estúpido subconsciente siempre sabía como amargarme. Me levanté de la cama de un salto y me dispuse a encender la televisión cuando un sonido me sobresaltó. Por un momento pensé que Bobby se había dejado su teléfono aquí, pero después de un par de minutos buscándolo, no lo encontré. Y de nuevo, ese sonido. Entonces mi mirada se clavó en el pequeño escritorio que estaba al lado de la puerta. Allí estaba el portátil de Bobby, abierto y encendido. Y al parecer, conectado a Internet. Me aproximé lentamente mientras los sonoros “bips“ no paraban de repetirse. Me senté en la silla y vi una pequeña ventana azul y blanca que parpadeaba en el medio de la pantalla. Empecé a leer los mensajes:

“Bobby, cabrón“
“Se que estás ahí“
“Booooooooooooobby“
“Capullo estoy en pelotas delante de un ordenador, contéstame“
“Bob, Bob, Bob, Booooobby“


Todos los mensajes eran de un tal “BigTool“. Supuse enseguida que era un tío y suspiré aliviada, pues por un momento pensé mal. Decidí contestarle, ya que me sentía mal por el pobre hombre al otro lado del chat, desnudo, y desamparado.

“Bobby no está. Lo siento“


Esperé a su contestación, que llegó enseguida.

“¿Eres Lola?“

Fruncí el ceño confundida. ¿Cómo sabía quién era? Busqué la web cam por todas partes, asustada por si un desconocido me estaba viendo, pero por suerte estaba apagada.

“Sí“

Le contesté brevemente, intrigada por un lado, y molesta por otro. Otro bip me alertó de que me había contestado.

“Soy Rob“

Mi corazón subió hasta mi garganta y por un momento pensé que me iba a quedar sin aire. Mi primera reacción, totalmente estúpida, fue meterme debajo de la mesa. Volví a escuchar otro “bip“ y mi corazón dio otro brinco. Alguien en el cielo me estaba puteando. Y se lo estaba pasando de puta madre con esto.

Salí de la mesa con el corazón a mil y me senté en la silla de nuevo. Leí su mensaje lentamente, como si tuviera diez mil palabras y estuviese escrito en chino.

“¿Qué tal?“


Pestañeé varias veces, incrédula. Esto no podía estar pasando. Tenía tantas respuestas para esa pregunta tan simple que podría escribir una enciclopedia con todas ellas. Decidí que una respuesta corta sería lo más apropiado.

“Bien“

Me levanté de la silla de nuevo, dando la conversación por terminada. Pero antes de volver a sentarme en la cama y morderme las uñas hasta hacerme daño, otro “bip“ retumbo en mis oídos. Y como la obsesa que soy, corrí hasta el portátil.

“Yo también estoy bien. Gracias por preguntar.“

Puse las manos sobre el teclado mientras pensaba una respuesta.

“Me alegro“

“¿Dónde está el artista?“


Me estaba preguntando por Bobby. Pero no quería hablar de Bobby con él. Era como profanar un templo o algo parecido.

“Escribes muy rápido. ¿Tienes complejo de secretaria?“

“Tengo unos dedos muy ágiles. Deberías saberlo ;)“


No iba a seguir su juego. ¿Y si no era él? ¿Y si era alguien que nos había visto y estaba a punto de caer en la trampa?

“Dame una prueba de que eres tú“

Unos segundos más tarde, recibí la respuesta.

“He estado en partes de ti que nadie ha visitado. ¿Te vale?“

Mis mejillas se encendieron tanto que tuve que ponerme la lata de cocacola en la cara para calmarlas. En ese momento recibí otro mensaje.

“¿Te acuerdas de lo que te dije aquella noche?“

Me rendí. El recuerdo de nuestra última noche era demasiado poderoso para abandonar este juego. Me invadió la nostalgia y con dedos temblorosos le respondí.

“Creo que si“

“Repítelo“


Tragué saliva y escribí muy despacio cada palabra, recordando en mi cabeza su voz rota mientras las pronunciaba.

“Que no ibas a poder olvidarte de mí“

“Y no puedo. ¿Tú piensas en mí?“


Me froté la cara, en un intento por despertarme de este sueño. Sabía que algún día llegaría el día en que volveríamos a vernos, y tendríamos que enfrentar la realidad. Pero no de esta manera. No frente a un ordenador. Aunque quizás así era más fácil.

“Todos los días“

“¿Qué llevas puesto?“


Me quedé ojiplática al leer eso. Robert parecía especialista en pasar de un momento casi romántico, a pensar en sexo en tres segundos. Además, esto era cruzar la línea prohibida.

“Venga Lo. Tengo una premiere esta noche y necesito relajarme“

“¿Una premiere? Pídele ayuda a Kristen con eso“

“De Bel Ami. Y ya no estoy con Kristen“



Genial. Dos grandes noticias; la película que todas las obsesionadas del mundo estábamos deseando ver, y el día que la mitad de esas obsesionadas estábamos deseando que llegase.

“Me alegro por el estreno. Lo segundo no me importa“

“Siento ser repetitivo pero… ¿qué llevas puesto?“


Suspiré profundamente mientras tecleaba despacio. Si me planteaba esto como un simple juego, no me haría daño. Me miré la ropa; con los nervios ni siquiera me acordaba que llevaba puesto.

“Vaqueros, camiseta…nada sexy“

“No, ah ah. Me refiero a que llevas debajo de eso…“


Estaba a punto de escribir la respuesta cuando escuché la llave en la puerta. Mi mente se bloqueó durante unas milésimas de segundo. Cerré la tapa del portátil y me puse de pie, con las manos en la espalda, como una criminal a punto de ser pillada en el acto.

Bobby entró en la habitación y nos miramos directamente a los ojos. Sentí un alivio inmediato en cuanto vi su cara, sonriendo, mirándome de la misma manera que solía hacer. Su colonia invadió la habitación y casi por instinto, corrí a sus brazos. Me agarré con fuerza a él, en un intento por olvidarlo todo. Levanté la mirada y en ese momento besó mis labios con ternura, agarrando mi cintura y elevándome del suelo, mientras rodeaba la suya con mis piernas.

Y justo cuando me tumbó en la cama, y como si el maldito estuviese allí presente, sonó otro estúpido “bip“. Bobby separó su boca de la mía y miró en dirección al portátil. El pánico comenzó a crecer en mi pecho, y sujetando su cara entre mis manos volví a besarle, ahora más profundamente. Llevé mis manos hasta la cintura de su pantalón y se lo desabroché con manos torpes, mientras su mano se colaba por debajo de mi camiseta. Sonrió contra mi boca en cuanto se percató de que llevaba el conjunto que él me había regalado para este día.

Otro “bip“. Y de nuevo, Bobby levantó la cabeza. Me las apañé para ponerme encima de él, haciendo todo lo posible para que dejara de escuchar, y lo único que sonase en esa habitación fuesen mis gemidos y los suyos. Me zafé de su camiseta y de la mía, quedándome tan solo con la ropa interior. Pero los “bips“ no cesaban y noté como Bobby comenzaba a estar molesto. Se sentó sobre la cama, conmigo todavía encima.

-“¿Qué es eso?“ - preguntó mirando al ordenador.

-“Que más da..“ - le respondí, mordisqueando su cuello y gimiendo al mismo tiempo. Cualquier cosa para que su atención estuviese fija en mí y en nada más.

Y si no fuese suficiente con el maldito ordenador, de repente mi móvil comenzó a sonar. Y para más inri, estaba en la mesa camilla, muy cerca de su brazo. Imaginándome quién sería, salté de su regazo y me puse de pie entre mi móvil y Bobby.

-“¡Tengo una idea! ¿Por qué no salimos a cenar? ¿Qué te parece? ¿Eh?“

-“Te noto nerviosa, Lo…“ - me dijo Bobby mientras cogía mi mano y la besaba.

-“¡No, que va! Es… es la emoción por estar contigo en París.“

Bobby se quedó pensativo unos minutos, mirando fijamente el ordenador, mientras otro “bip“ sonaba. Recé mentalmente para que no se acercara a el y lo abriera. Mi corazón latía a mil por hora y comenzaba a notar mis manos sudorosas.

-“Está bien.“ - dijo con un suspiro. -“Voy a darme una ducha y saldremos a cenar. A las 10:30 es el concierto.“

Asentí con la cabeza y nos dimos un último beso antes de que se metiese en el baño. Aproveché la coyuntura para abrir el ordenador y cerrar la conversación con Robert, ni siquiera me dio tiempo a ver que había escrito. Volví a cerrarlo y agarré mi teléfono; una llamada perdida de Rob. La borré. Por un momento pensé en mandarle un mensaje para pedirle que parara todo esto, que estaba con Bobby y no quería saber nada más de él. Pero sabia que eso era mentira, y que cada vez que él me hablase, iba a ser incapaz de llevarle la contraria a mis sentimientos. A veces un silencio dice mucho más que una palabra.

10 comentarios:

  1. wow roberto de acosador mmm... interesante!!!
    de verdad extrañaba tu fic!!! aunque me da cosa con Bobby pobrecito...

    Saludos y cuidate

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  2. Madre miiiaaaaa, asi me he kedado O_O
    Me encanto el polvo, ahi con la lluvia, en plan desesperado, explorando lugares nuevos xD.....genial genial....
    Y ke mono rob porfavor.....ke cosa mas rica es este chico ♥♥♥♥♥♥♥♥♥
    Aunke me siento fatal por bobby...pobre, con lo amoroso ke es tambien y lo rico...ainss ke dilema xD
    Y ke tension con lo de los mensajitos....mira ke llega a ver bobby la conversacion?? apufffff ke nervios xDD
    En fin.....el capi increible, me encanto
    Hasta el proximo!!!
    Besitos ♥♥

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  3. Por dios que capi más bueno, me ha gustado esa "despedida" con tan buen gusto y ahora uffff, Sigue por favor, me encanta y me tienes superenganchada!
    Un besazo

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  4. diosmioooooooooooooooooooooooo QUIERO MASS!!!!!!!!!!!!!!!!! en seriooo, pufffff, como me gusta tu fic!!!!!!! lo que daria por ser la prota, yo se con quien me quedaría XDDDD, ñam ñam ñam

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  5. Joder, no tengo palabras... Encima es que esa canción me encanta, desde que era peque, me trae unos recuerdos... buf buff le viene que ni pintada al capitulo.

    Y bueno, que decir de Robert y su “primera vez“... estoy on fire, y ese chateo picante aajajaja. Pobre Bobby, me da mucha pena, pero bueno... la vida es asi! Que se venga conmigo ñañamañam

    Un beso!!

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  6. Cada capítulo es mejor que el anterior...menuda primera vez!! madre mía.
    Pobre Bobby va a parecer la madre de bambie jaja, me da pena, pero Robert es Robert...

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  7. DIOS MIO SANTOOOO VALIO LA PENA LA ESPERA, ESTA SUPERRR ESTE CAP. ME HE KEDADO CON GANAS DE MASSSS.... ESE ROB MEDIO PROVOCADOR JAJAJAJA! ME ENCANTA, TE SIGO LEYENDO.

    CHICAS APROVECHO PARA PEDIRLES Q VAYAN AVER LA PELUCULA DE ROB DE REMEMBER ME, CREO Q LA PREVENTA NO HA IDO MUY BIEN, ASI QW CONTRABUYAMOS CON UN GANITO DE ARENA, PARA Q LE VALLA SUPER EN SU PRIMER FIN DE SEMANA, EL SE LO MERECE, SE IMAGINAN SI ES UN FRACASO LAS CRITICAS, SE LO COMERIAN VIVO, SE LE CAERIAN SUS PROYECTOS Y LO ATACARIAN DOCIENDO QUE SIN CREPUSCULO NO EXISTE!!!, NO LO PERMITAMOS Y APOYEMOS A NUESTRO AMOR PLATONICO!!

    GRACIAS Y NOS VEMOS EN EL CINE!!

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  8. Estoy que muero de combustion espontanea jajaja
    El capitulo te quedo genial y me rei como loca cuando lei si Rob tenia complejo de secretaria jajaja es que en mi familia los hombres no son rapidos en la computadora XD
    Y sobre la pelicula de Rob tengo que esperar hasta el 26 de Marzo que se estrena en Mexico.

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  9. joooo siento ser un poco agonias, pero no soy capaz de olvidarme de este fic... cuando vas a poder subir otro capi????? estoy super intrigada con lo que va a pasar en serio, lo miro todas las semanas, pero pienso en el fic toooodos los dias, cuando vas a poder porfiii??? para hacerme una idea y asi no me atormento XDDDD gracias y besitoss!!!!

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  10. Jaja, estamos todas igual! yo tengo un mono... me muero por saber que pasa...saludos y gracias por el fic te lo curras un montón

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